Se acaba de cerrar, al menos en los tribunales, una de las páginas negras en el tráfico ilegal de residuos. En 2006 un barco llamado Probo Koala, fletado por la empresa Trafigura, llegó a Amsterdam para descargar los residuos tóxicos que transportaba. Cuando las autoridades del puerto se percataron que lo que realmente transportaba el buque no era lo declarado, les exigieron realizar un tratamiento previo a los mismos, que lógicamente encarecía mucho la operación.

Por supuesto, la compañía Trafigura se negó a pagar este sobrecoste y decide llevarse el barco cargado de 500 toneladas de residuos peligrosos a otro país que los acepte. Después de tomar una ruta indirecta que pasa por Nigeria, llega al puerto de Abidján en Costa de Marfil. Allí una empresa local llega acepta el cargamento y vierte los residuos en numerosos lugares de la ciudad y sus alrededores.

Las consecuencias de estos actos no pueden ser más desastrosas. Según las autoridades del país africano provoca las muerte  de 16 personas por la exposición directa a los residuos y decenas de miles de personas enfermaron por la misma causa.

Greenpeace denunció el caso en los tribunales holandeses y finalmente el Tribunal de Apelación de La Haya, la semana pasada, dictamina que Trafigura es culpable de tráfico ilegal de residuos y debe pagar una multa de un millón de euros. La empresa que sigue afirmando que los residuos no pueden haber causado ningún daño grave, sabía según las investigaciones de Greenpeace, que sus residuos eran peligrosos y que sólo existían unos pocos lugares para el tratamiento de los mismos en el mundo. Además, conocía que las normas internacionales vigentes prohíben la exportación de los residuos a África.

Desgraciadamente este no es un hecho aislado ya que se produce prácticamente a diario como viene denunciando Greenpeace. Recordemos el tráfico de residuos electrónicos a Nigeria, Ghana o Pakistán, o el los barcos que viajan para ser desguazados en India o Bangladesh.

Julio Barea, campaña de Contaminación de Greenpeace

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