Hace poco se presentó un informe en el que el Panel Intergubernamental de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (IPCC) reiteraba la incidencia del cambio climático en una mayor frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos. Algunos, entre los que se encuentra el gobierno español, pasaron por completo por alto las conclusiones del mencionado informe y, por citar sólo un ejemplo, se atrevieron a presentar una propuesta de reforma de la ley de costas en la que se ignora por completo el impacto que el cambio climático puede tener debido al aumento del nivel del mar.

Hace unos días, la postura de nuestro Gobierno entorno al cambio climático se ratificaba en el Congreso, cuando el Secretario de Estado de Medio Ambiente, el señor Federico Ramos, comparecía y soltaba perlas como las que transcribió La Vanguardia y citamos a continuación: "el cambio climático no lo negamos ni lo afirmamos",  “tenemos un conocimiento científico todavía incierto en algunos ámbitos" o “aún no se sabe qué consecuencias reales tiene. ¿Que va a tenerlas? Posiblemente". Unas declaraciones que serían cómicas a día de hoy, si no fuera porque las consecuencias del huracán Sandy dejan poco espacio para la risa.

Basta con leer los periódicos de ayer y hoy para conocer algunas de las “consecuencias reales” que al señor Ramos parecen escapársele, porque como venimos advirtiendo desde Greenpeace en los últimos años, el cambio climático está YA sucediendo ante nuestros ojos. Y el huracán Sandy, que ha batido récords de intensidad materializando la advertencia del IPCC, no es más que otro ejemplo de ello. Numerosas instituciones científicas de reconocido prestigio han atribuido la elevada intensidad del huracán al cambio climático como lo hicieron en su momento con las lluvias torrenciales que causaron las inundaciones de este verano en Filipinas o con las olas de calor que hemos vivido este verano en España.

Todos hemos visto fotografías escalofriantes que confirman las primeras estimaciones: los daños del huracán Sandy prometen ser extremadamente severos y no nos referimos sólo a daños ambientales. Las víctimas humanas y los daños materiales van a afectar, como siempre, con mayor crudeza a los países menos desarrollados pero esta vez estamos ante la constatación de que ni siquiera la mayor potencia mundial está exenta de sufrir las consecuencias catastróficas del cambio climático, algo que ha puesto en evidencia la temeridad de omitir la cuestión climática en la agenda electoral como han venido haciendo los candidatos a las elecciones presidenciales.

El cambio climático ha pasado, en pocos años, de las previsiones científicas a los telediarios y de la vertiente puramente ambiental a la económica y social. La crisis del clima nos está costando mucho más dinero que la económica, porque no sólo compromete a nuestros recursos naturales sino a sectores clave de nuestra economía y a nuestra salud y seguridad.

Los expertos lo tienen claro: si no queremos tener que lidiar cada vez más a menudo con este tipo de situaciones debemos reducir drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y apostar por un futuro 100% renovable, algo que ya están pidiendo científicos, economistas, empresarios, sindicatos y ONGs de todo el mundo. En este contexto cada vez se hace más evidente la mediocridad de algunos de nuestros políticos que se creen que seguimos en la España de bienvenido Míster Marshall... señor Ramos ¿le contaron alguna vez el cuento del traje nuevo del emperador?

Aida Vila (@aidavilar), responsable de la campaña Cambio climático y Energía de Greenpeace España

- Galería de imágenes del huracán Sandy de Greenpeace USA