Maite y Ana Carla, marineras de Greenpeace embarcadas en el Rainbow Warrior, siguen contándonos sus aventuras y desventuras a bordo del Guerrero del Arco Iris.

Hoy se notaba dentro y fuera del Barco como los motores comenzaban a tomar calor en Oslo, todo lo contrario a la temperatura real que les aseguro te deja tiritando en cubierta como no salgas con las capas de cebolla bien puestas.

La agenda está siendo apretada...Por la mañana, empezamos poniendo en orden al Rainbow para la rueda de prensa que tuvo lugar en la Bodega, que es el espacio más grande bajo techo que tenemos en el barco, y colgamos otra pancarta a estribor  para recibir a los periodistas. Al mismo tiempo, otro equipo se desplazó a pocos metros frente al edificio del Centro Nobel de la Paz para  ayudar a montar el globo de Greenpeace con su lema: “Salvad el Clima” y repartir a los intrigados  transeúntes una pequeñita pancarta personal con el lema: “Obama: Nuestro Clima. Tu decisión” invitándolos a que se unan a vigilia planeada por la tarde.

Y digo que los motores se iban calentando por todos lados ya que en la ciudad algo se sentía tronar, sentimiento que confirmamos pasado el mediodía cuando tuvimos que  mover el Barco a otro sitio del puerto, a unos 500 metros de distancia del que estábamos. Fue un momento peculiar del día, de un fuerte contraste. Salimos a cubierta entusiasmadas  con el ambiente de familia, amistad y paz que solemos tener a bordo, sólo debíamos movernos unos metros, nada más…Sin embargo, durante todo el rato que duró la maniobra, Oslo se convirtió en la Ciudad de la Furia ya que cuatro helicópteros al mejor estilo “Apocalipsis now” salieron de sus entrañas a sobrevolar nuestras cabezas... ¿Tanto miedo provocamos por mover nuestro barco de un amarre a otro? ¿Tanto despliegue para proteger la vida de un hombre?.. Entonces me pregunto yo.. ¿Cuánto necesitamos para proteger la vida de todo lo que contiene nuestra Tierra?..El sonido de las hélices y estas ideas quedaron resonando en nuestras pensamientos…

A las 18hs nos unimos a la vigilia que se realizó frente al Gran Hotel, el hospedaje previsto para  Obama, donde se hicieron varias intervenciones de la que he de resaltar las palabras de la Líder  de los voluntarios jóvenes que se unieron a la vigilia.

Escucharla con las extrañas a flor de piel, dispuesta a seguir en la lucha por un mundo mejor, confirmaban que cada acto, cada palabra que expresamos hace una diferencia, hacemos una diferencia, cada uno de nosotros podemos hacerla. Rodeada por la luz de las velas. Quizás por esa misma luz todo cobraba más claridad cuando citó las palabras de un Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela: “A veces, recae sobre una generación el ser grande. Vosotros podéis ser esa gran generación. Dejad que vuestra grandeza florezca.”

En Oslo...Ana Carla Martínez y Maite Mompó, marineras de Greenpeace, a bordo del Rainbow Warrior