¡¡Seguimos con buenas noticias en nuestra campaña más boreal!!

¿Todavía recordáis cuando el pasado febrero, activistas de Greenpeace bloqueaban un buque de perforación petrolífera en Nueva Zelanda que Shell tenía contratado para llevarlo al Ártico y comenzar con sus perforaciones?

Desde entonces, han sido muchas las acciones pacíficas que se han realizado alrededor de todo el mundo en gasolineras, sedes y plataformas de perforación en el Ártico, pertenecientes a diferentes compañías. Pero a la compañía petrolífera Shell no le sentaron muy bien este tipo de actos y emprendió una estrategia legal muy agresiva contra nosotros. Hace unas semanas que Shell nos volvía a llevar a los tribunales, en esta ocasión a las oficinas de Greenpeace Internacional y Greenpeace Holanda por las movilizaciones realizadas en los Países Bajos...

Las palabras del juez han sido claras y esperanzadoras tras declarar que “una empresa como Shell, que está tomando medidas o planes para tomar acciones que son controvertidas para la sociedad y con las que mucha gente va a objetar, puede y debe esperar este tipo de acciones que se tomarán para tratar de cambiar su forma de pensar” y ha recordado que la desobediencia civil es un derecho democrático, incluso cuando su negocio se vea afectado.

¡¡¡Algo está cambiando en el mundo!!!

Shell pedía multas de un millón de euros por cada acción (legal o ilegal) que se hubiese realizado a menos de 500 metros de  cualquiera de sus sedes, pero se ha visto obligada a  reducir su petición y finalmente el fallo del juez permite a los activistas organizar protestas en las propiedades de la empresa por un máximo de dos horas.

¡Enhorabuena a todos los que hacéis esto posible, sin vuestro apoyo todo sería mucho más difícil! Os hemos montado una manifestación twittera para que dejéis vuestros mensajes recordando a Shell el rechazo que genera cuando quiere invadir el Ártico. ¡Métete y deja tu mensaje con el hagstag #StopShell!

Únete al movimiento, ¡salva el Ártico!

Tatiana Nuño (@t_nunho), campaña de Cambio climático de Greenpeace