“La próxima vez que una abeja zumbe a tu alrededor, recuerda que muchos de nuestros alimentos dependen en gran medida de la polinización intermediada por insectos: un servicio clave que abejas y otros polinizadores prestan al ecosistema.”

Así empieza el nuevo informe de Greenpeace “El declive de las abejas” donde se muestra que el uso generalizado de plaguicidas está poniendo en peligro el futuro de las abejas y otros polinizadores y como consecuencia a la agricultura. La importancia ecológica y económica de las abejas y otros polinizadores, para la seguridad alimentaria y la biodiversidad, es vital e indiscutible. Los últimos estudios cifran en 265.000 millones de euros anuales lo que supone la polinización solo para la agricultura mundial, alcanzando en algunas regiones de Norteamérica, Asia oriental y Europa el valor de cerca de 1.200 euros por hectárea.

Si nos fallan los polinizadores la crisis ecológica, alimentaria y económica en que podemos caer tendrá dimensiones inimaginables.

El informe muestra cómo la disminución mundial de las poblaciones de abejas se puede atribuir a enfermedades y parásitos, así como al cambio climático, pero, sobre todo, a las prácticas agrícolas industriales. Por este motivo, hace hincapié en que la prohibición urgente de los plaguicidas tóxicos para las abejas y otros polinizadores es un primero y crucial paso para salvaguardar a estos insectos tan beneficiosos.

Las evidencias científicas ponen de relieve el papel de los neonicotinoides, un tipo de plaguicida altamente tóxico con efectos perjudiciales para las abejas. Además de la intoxicación aguda que lleva a la muerte inmediata de las abejas, hay varios efectos sub-letales provocados por bajas dosis de estos plaguicidas: efectos fisiológicos, alteraciones del patrón de pecoreo (actividad de recolección de néctar, polen, agua y propóleos en el exterior de la colmena), interferencias en la conducta alimentaria y efectos neurotóxicos en los procesos de aprendizaje. Además, la capacidad de las abejas para resistir a enfermedades y parásitos parece estar directamente influenciada por su exposición a los neonicotinoides.

Siete son los plaguicidas prioritarios identificados por Greenpeace y que deben ser prohibidos debido a su toxicidad extremadamente alta, a los efectos sub-letales y/o sistémicos en las abejas. La lista incluye al imidacloprid y a la clotianidina de Bayer y otros fabricantes, al tiametoxam de Syngenta y otros fabricantes, al fipronil de BASF, el clorpirifos, cipermetrin y deltametrin. La producción de estos plaguicidas y su uso generalizado en la agricultura genera beneficios titánicos a sus fabricantes.

La publicación del informe “El declive de las abejas” marca el lanzamiento de una campaña europea de Greenpeace para salvar a las abejas y promover la agricultura ecológica, como un enfoque más sostenible y eficaz para la agricultura.

Los impactos negativos de los plaguicidas tóxicos para las abejas superan con creces cualquier de sus supuestos beneficios. Las abejas y los polinizadores silvestres son demasiado valiosos para que los perdamos. Los países de la UE simplemente no pueden esperar más y deben actuar decididamente prohibiendo total e inmediatamente los plaguicidas tóxicos para las abejas.

Por ello, Greenpeace insta a los responsables políticos de toda Europa que:

- como primer paso, apoyen la prohibición de tres plaguicidas neonicotinoides tóxicos para las abejas, según lo propuesto por la Comisión Europea el 15 de marzo;

- aprueben planes de acción ambiciosos a nivel europeo para prohibir todos los plaguicidas que son dañinos para las abejas y para el resto de polinizadores y trasladen los fondos destinados a la agricultura industrial a la promoción de la agricultura ecológica.

La agricultura ecológica produce alimentos sin el uso de productos químicos que dañan a los insectos y utiliza técnicas no contaminantes y con efectos a largo plazo para la protección contra las plagas. En este aspecto España es el exponente máximo de la UE, pero podemos hacer mucho más.

Aumentar la biodiversidad, atraer a insectos beneficiosos, rotar los cultivos, practicar una agricultura mixta e implementar tecnologías disponibles a nivel local bajas en insumos, son aplicaciones de la agricultura ecológica que ayudan a que los cultivos sean menos vulnerables al ataque de plagas.

Este enfoque alternativo a la agricultura industrial representa la única solución a largo plazo para salvar a las abejas y garantizar la seguridad alimentaria en Europa.

Las abejas y los polinizadores en general nos han regalado durante milenios su servicio vital sin pedir nada a cambio. Ha llegado el momento de que hagamos nosotros algo por ellas y ya han lanzado su #SOSAbejas

Luís Ferreirim (@LFerreirim), responsable de la campaña de Agricultura y Transgénicos de Greenpeace España

 

- Más información sobre abejas en la web de Greenpeace
- Informe de Greenpeace “El declive de las abejas”