En primer lugar, Greenpeace defiende un uso racional del agua, dentro de la legalidad mediante una correcta gestión de los recursos hídricos. El informe de Greenpeace, “La Trama del Agua” demuestra la posibilidad de que la cuenca del Segura pueda ser autosuficiente utilizando sus propias aguas subterráneas (solo usando sus recursos renovables) y desaladas. Esto permitiría abandonar el trasvase Tajo Segura en tres años. De esta manera podría producirse el inicio de la recuperación ambiental del río Tajo, sin que los caudales ecológicos, el abastecimiento público, los regadíos (que sean sostenibles y legales) y demás usos de la cuenca del Segura se vieran perjudicados. Pero en ningún caso supone barra libre para expoliar las aguas subterráneas (auténticas reservas estratégicas para el futuro) y seguir con la política de permitir la ampliación de regadíos en una cuenca que hace tiempo alcanzó el límite de crecimiento de estos cultivos intensivos.

Con su informe Greenpeace pretende aportar nueva información al debate del agua en la cuenca del Segura, que no solo no crea alarma social, sino que puede ayudar a clarificar conceptos e ideas en los que debería ser una puesta en común sin estridencias y alarmismos injustificados.

En cuanto a las “falsedades pseudocientíficas”, no vemos en la carta un detalle enumerado, pormenorizado y rebatido de las mismas. Se apuntan generalidades basadas en creencias y opiniones asentadas desde antiguo, pero que quizá no hayan tenido en consideración los nuevos estudios de la CHS en relación con la nueva Red Oficial de Piezometría y con la Batería de Pozos de Sequía (BES) realizada en los años 2005-2009 y que es capaz de aportar, ahora mismo, un volumen de agua subterránea que es ya casi la mitad de la aportación media del trasvase Tajo-Segura.

En cuanto a la afirmación que los datos climáticos y los balances hídricos en el Plan Hidrológico del Segura son correctos, tenemos que discrepar puesto que se han hecho prescindiendo de la legalidad vigente. En efecto, quien tiene que decir lo que llueve, se evapotranspira y quien tiene que definir los modelos regionalizados de predicción del cambio climático es la AEMET, del Ministerio de Agricultura como prescribe la Instrucción de Planificación Hidrológica; y no el CEDEX del Ministerio de Fomento, que es quien los ha hecho utilizando “pluviómetros ficticios” en las zonas de montaña (que es precisamente donde más llueve). Hay que recordar que el Plan Hidrológico del Segura está recurrido ante el Tribunal Supremo por no cumplir la normativa vigente, entre otros, por este asunto.

En cuanto a que los acuíferos de la cuenca del Segura se encuentran sobreexplotados en gran medida, los últimos datos revelan que es otro error. Porque la medida del estado cuantitativo de los mismos no se ha realizado en lo que la Instrucción de Planificación Hidrológica denomina “puntos representativos”, que son la Red Oficial de Piezometría construida por el Gobierno de España en 2008 y 2009, compuesta por pozos que no bombean y alejados de focos de bombeo. Se sigue midiendo el nivel del agua en los acuíferos en pozos de intenso bombeo e interpretan luego los descensos acumulados producidos a los largo de los meses, como un vaciado de un embalse y no como una variación de la presión de confinamiento en un acuífero confinado.

Otras razones por las que los acuíferos no están sobreexplotados es que no se ha cuantificado el volumen de agua que contienen. Tampoco se han calculado las transferencias laterales entre acuíferos, como exige la Instrucción de Planificación Hidrológica, algo que sí ha hecho el Plan del Júcar. La estimación de las extracciones de agua de los acuíferos no se ha hecho a base a un inventario actualizado de campo, sino con datos del Registro de Aguas de los años 80 que están sobredimensionados en muchos casos.

Por otro lado, se mezclan los datos piezométricos de acuíferos inferiores con los superiores. Solo se ha definido un acuífero inferior (Sierra de Segura) pero no se le asigna ningún volumen de recurso de agua. Es decir, para el Plan del Segura el mayor acuífero de la cuenca, que ocupa el 8% de su superficie y de más de 1.500 km2 de extensión, está seco.

Además, cuando se observa la evolución en el tiempo del nivel del agua en piezómetros no afectados por bombeos, se comprueba que los acuíferos del Segura se encuentran estables y en equilibrio en los últimos 40 años. Y que salvo en el 5% del territorio de su cuenca, donde la interacción de conos de bombeo y la reprofundización de pozos hacia acuíferos profundos (que descuelgan los niveles piezométricos superiores). En el resto de los acuíferos de la cuenca del Segura (en el 95% de la superficie restante) están en equilibrio hidrodinámico e infrautilizados. No se debe obviar que el IGME estimó en más de 100.000 hm3 el agua acumulada en los embalses subterráneos de la cuenca del Segura (100 veces más que la capacidad de sus pantanos) y que el Plan del Segura, en contra de los prescrito en la citada Normativa, no los incluye en el inventario de agua disponible.

Los balances de las componentes del ciclo hídrico dicen los autores que están bien, pero no lo argumentan. Hemos demostrado, en cambio, que el supuesto déficit del Segura se basa en un importante error de cálculo.

Sobre las transferencias laterales al mar que no pueden existir, nos remitimos a la Nota Técnica nº 100 del Estudio Hidrogeológico Alto Júcar Alto Segura, del IGME, donde se habla de que existe un TRASVASE HIDROGEOLÓGICO de agua subterránea en la cabecera del Segura, desde ésta hacia otras cuencas hidrográficas, como la del Júcar por ejemplo, que debería ser aprovechado trasvasándolo hacia la del Segura, porque son agua propias de ésta.

Por otra parte, si los recursos naturales de la cuenca del Segura son del orden de los 1.400 hm3/año y unos 900 son escorrentía (agua fluvial), ¿dónde están los otros 500 si no han fluido subterráneamente hasta el mar? Por último, desde aquí invitamos a los firmantes a debates serios sobre el cumplimiento de la Normativa en materia de aguas subterráneas en la planificación hidrológica en España.

Julio Barea responsable de campaña de Greenpeace y Francisco Turrión Hidrogeólogo