Ha comenzado el juicio del Prestige, casi diez años después del hundimiento del buque. Se tendrán que sentar en el banquillo el capitán del barco, el primer oficial (en paradero desconocido), el jefe de máquinas y el ex director general de la Marina Mercante. Si hace diez años, mientras trabajábamos en terreno en Galicia alguien nos hubiera dicho que estas cuatro personas iban a ser las únicas que tuvieran que responder ante una de las mayores catástrofes ambientales de nuestra historia, no lo hubiéramos creído.


13 de noviembre de 2002. El Prestige emite su primer SOS. Recuerdo con toda nitidez el día en que el Prestige lanzó su primera voz de alarma. Llevaba pocos meses trabajando en el área de prensa de Greenpeace y fue el comienzo de unos meses frenéticos en los que desgraciadamente iba a poder vivir en primera persona el trabajo de esta organización ecologista ante una catástrofe ambiental.

Cuando entras a trabajar en Greenpeace lo primero que aprendes son los principios que la guían: denunciar las agresiones ambientales a través de las acciones directas no violentas, ser testigos de estas agresiones para contárselas al mundo y proponer soluciones. Y todo ello bajo el paraguas de la total independencia económica y política que nos otorgan nuestros socios y socias. La catástrofe del Prestige nos hizo materializar todos nuestros principios.



Desde el SOS un equipo de Greenpeace España se trasladó al terreno. Se fue completando con expertos internacionales que volcaron todos sus esfuerzos en sacar a la luz todo lo que allí estaba pasando. Biólogos marinos, expertos en tóxicos, en costas y en energía unieron sus fuerzas para intentar evitar la catástrofe que finalmente ocurrió.

Pedimos al Gobierno que actuara según el Plan Nacional de Contingencia, que no alejara el Prestige de la costa. Pero, contra todas las recomendaciones, alejaron al monocasco hasta que el 19 de noviembre se partió en dos. La marea negra afectó a 2.600 km de costa. Entonces comenzaron los días más desoladores de la tragedia.

Desde el Gobierno se restó importancia en todo momento al desastre. Se dijo que el fuel era inocuo, así que en Greenpeace tomamos muestras y las llevamos a analizar. Los resultados nos confirmaron la toxicidad del fuel así que iniciamos campaña para que los voluntarios estuvieran protegidos y para que se evaluaran los efectos de la exposición al fuel. Los monos blancos llegaron pero el control sobre la salud de los centenares de personas que limpiaron las playas nunca llegó.

Una vez más el Gobierno afirmó que estaba todo controlado. Así que decenas de activistas de Greenpeace llevamos sacos y sacos de fuel recogidos en playas gallegas a la Delegación de Gobierno de A Coruña para pedirles que dejaran de desinformar y empezaran a actuar en consecuencia.

A los pocos días nos dijeron que los fondos marinos no estaban afectados. Así que nos sumergimos en los fondos de las Islas Cíes con un equipo de buceadores y grabamos con una cámara de vídeo submarino los rollos de fuel que albergaban el Parque Nacional de las Islas Atlánticas.

Y llevamos el Rainbow Warrior, buque insignia de la organización, a encabezar una flotilla de barcos que pedían a los responsables de la crisis del Prestige que tomaran medidas, que asumieran responsabilidades, que nos informaran. Pero no a los cuatro que están acusados en el juicio sino a los que gestionaron la catástrofe con las consecuencias que todos ya conocemos.

Y mes tras mes, después de aquel SOS, seguimos insistiendo para que se cambiara la legislación sobre tráfico marítimo; que se prohibieran los buques monocasco para el transporte de este tipo de mercancías; que se redujera el tráfico de petroleros; que se declararan reservas marinas; que se cambiara la legislación sobre desastres ambientales. Hemos realizado decenas de acciones, informes, actividades de sensibilización. Hemos llevado nuestros barcos a Galicia en los aniversarios del Prestige.

En estos diez años nunca hemos olvidado. Hemos ganado algunas de nuestras reivindicaciones y otras seguimos luchándolas. Y seguiremos haciéndolo. Hoy, diez años más “mayores” que entonces, seguimos manteniendo igual de vivos los principios que nos guiaron en la tragedia del Prestige. Los principios que guían a Greenpeace en todo el mundo. Esos principios que solo nuestros socios, voluntarios, activistas y simpatizantes nos permiten mantener.

Laura Pérez (@laurapicarzo), directora de Comunicación de Greenpeace España.

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