Por fin llega el momento que has estado esperando todo el año. Extiendes la toalla, te quitas la ropa y si la masificación de gente te deja, te pegas una carrera para meterte, por fin, en el mar. Cuando crees haber evitado el gentío, la señoras que comparten recetas y explican lo que comerán hoy, los locos de la colchoneta que no miran y atropellan a todo el mundo y a la parejita del momento... empiezas a flotar y te dispones a disfrutar de un buen y fresquito baño.



Pero de pronto, algo te roza... tu relax y pasividad pasan a modo alarma. ¡Ahh! ¿qué será?, ¡ahhh por favor que no sea una medusa!, o peor ¡un alga!... aghhh que asco... es una bolsa. Todas hemos vivido esta situación, y ese ejercicio de: “mantén la calma y no corras hasta la orilla, tú puedes” provocado por un OFNI (objeto flotante no identificado). Los OFNI suelen ser bolsas, papeles de chicle, un palitos de los oídos, un tapón, y si.. ese horroroso momento que es peor que la medusa más mortal: un tampón o una compresa.

El control de la contaminación de los mares y océanos es vital para la salud de los ecosistemas costeros, no solo es importante porque nos de asquito o porque no quede bien con el mar. La contaminación no solo se produce por vertidos directos en el mar sino que, en su mayoría, procede de la tierra, derivada de las actividades humanas como las industriales, agrarias o del mal tratamiento de los residuos y/o las aguas residuales. Por ejemplo, ¿sabías que el Mediterráneo tiene la mayor concentración de hidrocarburos y residuos plásticos de todos los mares del planeta? ¿sabías que en medio del Pacífico hay una isla de plásticos que se estima que mide entre 700.000 kilómetros cuadrados hasta los 15 millones de kilómetros cuadrados? ¡Dos veces el tamaño de Estados Unidos!


Este OFNI que nos dan tanto repelús, y que ponen todos nuestros sentidos en alerta, cuando llegan al medio marino pueden producir fenómenos de eutrofización química que afecta a los recursos marinos en general y especialmente a los organismos filtradores, como los mejillones, las almejas… Además las partículas de plástico que se asemejan a la comida de muchos animales marinos (el zooplancton) es consumido accidentalmente por medusas que luego son comidas por peces para poder acabar en nuestro plato. Obviamente no solo hablamos de medusas y peces, sino también de tortugas o aves marinas.

Greenpeace estima que simplemente con cumplir la normativa referida al tratamiento correcto de las aguas residuales, especialmente en las denominadas “zonas sensibles”, ya se acabaría parte de la contaminación, medida que además crearía 32.325 empleos en 10 años... así que es falta de voluntad política. Cómo no podemos ir en medio del Pacífico a limpiar, os pedimos que seais responsables, reciclemos, y no sólo recojáis la toalla y la sombrilla cuando os vais de la playa ;-)

Porque para tener una pesca sostenible, necesitamos unos océanos limpios.

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