Han pasado cuatro años desde que el Arctic Sunrise, uno de los tres barcos de Greenpeace, fuera asaltado, remolcado y detenido de forma ilegal por las fuerzas de seguridad rusas. Los 30 hombres y mujeres que iban a bordo del buque (28 activistas de Greenpeace y dos periodistas independientes) fueron detenidos y enviados a prisión. Los 30 pasaron dos meses en cárceles rusas, primero en la ciudad ártica de Murmansk y más tarde en San Petersburgo.
Los detenidos fueron finalmente puestos en libertad bajo fianza y posteriormente amnistiados por la Duma rusa. El Arctic Sunrise fue devuelto a Greenpeace después de nueve meses en el puerto de Murmansk, habiendo sufrido daños considerables durante el arresto y posterior detención dentro del Círculo Polar Ártico. Los botes inflables y otros equipos también habían sufrido graves daños.
Y al fin, tras cuatro años de litigio por parte del gobierno de Holanda en un tribunal internacional, la justicia ha hablado, condenando a Rusia a pagar 5,4 millones de euros por los daños ocasionados al barco y sus equipaciones, la ayuda prestada a los 30 detenidos, los costes legales, etc.
Pero más allá de la sanción económica, la sentencia asume lo que Greenpeace lleva defendiendo todo este tiempo: que las acciones de las autoridades rusas fueron ilegales y desmedidas. El fallo concluye también los procedimientos que reafirman firmemente el derecho a la protesta pacífica en el mar.
Jasper Teulings, Asesor General de Greenpeace International, ha declarado: "El camino hacia la justicia puede ser largo, pero este fallo respalda con firmeza el derecho internacional y el derecho a la protesta pacífica contra las perforaciones petrolíferas en el Ártico; y en el resto de océanos y mares del mundo".
Ben Ayliffe, activista del Ártico para Greenpeace International, añadió: "La protesta pacífica de los Arctic 30 mostró al mundo los extremos a los que pueden llegar algunos gobiernos y empresas para intentar mantenernos enganchados al petróleo. La valiente acción de protesta que llevaron a cabo en esa plataforma petrolífera remota inspiró a millones de personas a unirse contra la industria petrolera. Desde el Ártico helado hasta la desembocadura del Amazonas o los oleoductos de América del Norte, la gente ha seguido el ejemplo de los Arctic 30 y está ayudando a crear un mundo más verde, más seguro y más próspero que no dependa de los combustibles fósiles ni de las compañías petroleras".