¿Que no te gusta lo que vas sabiendo del TTIP? Pues espera a conocer a su homólogo, el acuerdo comercial entre la UE y Canadá, el CETA.

El TTIP y el CETA suponen una amenaza a las conquistas en materia ambiental y de derechos de los consumidores.


El CETA, el Acuerdo Económico y Comercial Global entre Canadá y la Unión Europea es un texto ya terminado. Y la agenda sobre su futuro se debate hoy en el Consejo Europeo de Asuntos Exteriores y responsables de Comercio que se celebra en Bruselas. De esta reunión podría salir una ratificación del tratado, sin que ninguno de los millones de ciudadanos afectados hayamos podido participar. Las negociaciones terminaron en 2014 rodeadas de un absoluto secretismo, y el último texto al que hemos tenido acceso es de febrero de este mismo año.

En el CETA se reproduce el modelo del TTIP. Las negociaciones tratan de favorecer los intereses de la industria para rebajar lo que ellos llaman “barreras al comercio”, que no son otras que las conquistas de la sociedad civil en materia de protección al consumidor, medio ambiente, derechos laborales y derechos democráticos.

Un análisis realizado por Greenpeace del último texto del CETA (el hecho público en febrero de este año), revela que los negociadores de la Comisión Europea han hecho oídos sordos al mandato que se les había dado. Si, como lo oyes.

Los negociadores se han olvidado mencionar en el texto del acuerdo los objetivos de las recientes cumbres internacionales sobre medio ambiente, algo que estaba incluido en varias partes del mandato (en el Preámbulo y Principios Generales, así como en el Título 10). Así, ambas delegaciones olvidan todos los acuerdos internacionales sobre Desarrollo Sostenible posteriores al año 2008, entre las que se encuentran Río + 20 en 2012, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2015 o la reciente Cumbre de París de diciembre de 2015.

El mandato para la negociación del CETA incluía la cláusula de excepción general basada en los Artículos XX y XXI del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), excepción necesaria cuando sea necesaria la protección de la vida y la salud de las personas, animales y plantas. El texto aprobado muestra que esta cláusula de excepción está presente sólo parcialmente en algunos capítulos, no todos, y está ausente especialmente en el capítulo de “Barreras Técnicas”.

Mientras el mandato del CETA pedía que durante las negociaciones se tuvieran en cuenta las conclusiones de una Evaluación independiente del Impacto sobre la Sostenibilidad (SIA), el texto no recoge ninguna de estas conclusiones. Al contrario, esta evaluación predice impactos ambientales negativos para la agricultura, la contratación pública y para las inversiones en las arenas bituminosas y en sectores de la minería en Canadá.

Pues sí, resulta que los negociadores del CETA han incumplido el mandato de la Comisión Europea. Incluso antes de su ratificación, durante las negociaciones del CETA, este proceso  ha tenido un efecto paralizante sobre las normativas de protección en la UE. El gobierno de Canadá ha ejercido mucha presión sobre la UE para debilitar las normas sobre emisiones de combustibles, para facilitar sus exportaciones de petróleo procedentes de las arenas bituminosas de Canadá, uno de los combustibles fósiles más contaminantes del mundo.

Como dicen algunos titulares que hablan de este acuerdo con Canadá, el CETA es definitivamente el “caballo de troya” del TTIP. Y lo tenemos ya a las puertas.

¿Qué puedes hacer tú?

Firma para decir NO al TTIP ni al CETA. ¡Todavía es posible pararlos!