En lo últimos años España ha pasado a ser uno de los principales importadores mundiales de panga. Nos llegan varias preguntas al blog de Greenpeace sobre el aumento de su consumo en nuestro país, cada vez más presente en comedores de colegios y hospitales porque es económico y no tiene espinas, pero ¿merece la pena?

La panga no aparece en la lista roja de Greenpeace de especies pesqueras para España, aunque sí hemos evaluado los impactos que tiene por lo que la hemos clasificado en rojo. El 90% de la panga procede de Vietnam, donde Greenpeace ha detectado importantes impactos sobre la biodiversidad en zonas con especial sensibilidad ecológica. Estos son algunos ejemplos:

  • Cambio del uso del suelo: el río Mekong en Vietnan ha ido ganando terreno a la tierra y desde 2003 hay cada vez más estanques en lo que antes era tierra firme y en terrenos antes dedicados al arroz, esto ha supuesto un cambio de vegetación. Y lo que antes era agricultura ahora es acuicultura con alteración del medio ambiente y problemas de contaminación. Además se está afectando a la morfología del río, ya que se han construido numerosas barreras artificiales que impiden que el caudal fluya naturalmente.

  • Deforestación, ya que algunas de las zonas de manglares han sido destruidas para construir los estanques para la producción de la panga. (problema similar al cultivo de langostinos de acuicultura en camaroneras en zonas de manglar deforestadas, tanto en Asia como en América latina y África).

  • Contaminación por la producción en jaulas y estanques, debido al uso de químicos y medicamentos que son vertidos al río. Hay una frecuente renovación del agua, con la contaminación de nitrógeno y fósforo asociada a las zonas cercanas. Estos vertidos llevan sólidos en suspensión que hacen que la producción intensiva a gran escala sea más impactante que la que se desarrolla a pequeña escala. Como es una zona que permanece seis meses al año inundada, hay vertidos al mar de alimentos que sobran y un derroche de agua.

  • Elaboración de piensos, se ha pasado de una producción a pequeña escala para el consumo local a otra producción industrial para la exportación y por tanto hay una gran demanda de materia prima para la elaboración de los piensos con los que se alimenta a estos peces. Para la parte de harina de pescado se utilizan otros peces, algunos presentes en la lista roja, y se llega a emplear pescado en mal estado que se debería rechazar.

En 2010, la Organización de Consumidores y Usuarios, OCU, realizó un estudio a los filetes de panga y perca de varias marcas que, además de exponer los problemas ambientales y sociales mencionados anteriormente, recomendaba que su consumo no fuera más de una vez a la semana en adultos y cada dos semanas en menores porque podían contener altas dosis de contaminantes, ya que las aguas donde se producen están a veces muy contaminadas.

Cuidado con la Certificación:
Hay certificadoras de pescado “sostenible” que están certificando la producción en zonas con planes de recuperación de hábitat y reforestación con manglares, siempre que los estanques no estén en zonas protegidas, pero solo las nuevas instalaciones, sin tener en cuenta las instalaciones ya hechas.

Desde Greenpeace apoyamos la pesca artesanal y por tanto el consumo de estas especies no solo en restaurantes, sino en todos los ámbitos. ¡Qué no te den miedo las espinas!

Paloma Colmenarejo (@PalomaColme), responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace
Foto CEDIDA/ Asociación Planeta Verde

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