Hoy debería ser un día de celebración en la Amazonia. Hoy hace cinco años que el sonido de las motosierras dieron paso al susurro en esta región. Gracias a todos las socias y socios de Greenpeace, durante los últimos años ha disminuido progresivamente la superficie deforestada para cultivar soja. Todos hemos hecho posible este gran cambio. Sin embargo, una propuesta de cambio legislativo en Brasil amenaza con socavar estos progresos.

En 2006, Greenpeace lanzó una campaña McDonalds ,el popular gigante de la comida rápida. Nuestras investigaciones habían concluido que los pollos que formaban la dieta de esta cadena de comida rápida eran alimentados con piensos fabricados a partir de soja procedente de la deforestación de la Amazonia. Las ciberacciones, acciones y apoyo de  nuestros socios tuvo éxito y Greenpeace y McDonalds se unieron para crear una coalición de empresas europeas consumidoras de soja brasileña que querían ser parte de la solución y no del problema. Esta coalición utilizó su poder de compra para forzar a las grandes empresas distribuidoras de Brasil a dejar de comprar soja a los agricultores que deforestaban su tierra. Así nació la moratoria de la soja.

Y funcionó. La deforestación en la Amazonía brasileña ha disminuido año tras año y el año pasado estaba en su nivel más bajo. El Instituto Nacional de Brasil para la Investigación Espacial, responsable del seguimiento de la deforestación en el Amazonas, ha dicho que la moratoria "ha ejercido sin duda un efecto inhibidor sobre la expansión de la frontera de la soja en el bioma amazónico".

Pero este año las motosierras se han empezado a escuchar de nuevo. Este año, el sistema de seguimiento del gobierno brasileño ha detectado un incremento del 37% de la deforestación en comparación con 2010 en el estado de Mato Grosso, donde reside el 90% de las plantaciones de soja de la Amazonia. La razón de este incremento hay que buscarla en la propuesta de cambiar el Código Forestal, la principal ley forestal en Brasil. Los cambios propuestos permitirían una amnistía para los delitos forestales recientes, creando un incentivo para la actividad ilegal, algo que podría empeorar si prosperan los cambios propuestos en este Código Forestal.

Por este motivo, este año no estamos celebrando el quinto año de la moratoria de la soja. En su lugar, tenemos que utilizar este aniversario como una oportunidad para que la moratoria sea aún más fuerte. Esta amenaza al Código Forestal debe ser una poderosa herramienta para impulsar los cambios necesarios en Brasil para alcanzar nuestra meta de deforestación cero.

Las empresas europeas que apoyan la moratoria también han expresado por primera vez públicamente sus preocupaciones sobre los cambios en el Código Forestal. Sus voces se han sumado a los de los científicos, las organizaciones ecologistas y la mayoría de la opinión pública brasileña, mostrando que estas empresas son capaces de seguir manteniendo negocios con Brasil mientras mantienen sus productos libres de la deforestación amazónica.

Miguel Ángel Soto (@NanquiSoto), responsable de la campaña de Bosques de Greenpeace