En los últimos diez años ha crecido el interés, por parte de la industria, por emplear combustibles derivados de residuos. Esto es una práctica habitual de cementeras e industrias energéticas. Estas empresas consiguen con ello pingues beneficios por los menores costes en la compra de combustibles, subvenciones y primas por generación eléctrica y venta de derechos de emisiones de CO2. Pero suponen graves perjuicios económicos, sanitarios y ambientales que pagamos el conjunto de la sociedad.
Los denominados CDR (combustibles derivados de residuos) se están abriendo un hueco en el mercado. La táctica es clara, cambiar el nombre de los residuos y pasar a denominarlos “combustible”. El negocio es redondo para la industria, no se pagan tasas por su tratamiento y reciben beneficios económicos por quemarlos. Esto es lo que Greenpeace ha investigado y denunciado en su último informe denominada: La puerta de atrás de la incineración de residuos.
Como era previsible la reacción a este informe, por parte de la industria y de algunos políticos, ha sido inmediata. Ejemplo de ello es lo que está sucediendo en Navarra. La cementera que Portland tiene en Olazti ha pedido al Gobierno navarro quemar residuos en su fábrica. La justificación dada por esta empresa es que debido a la caída en las ventas de cemento su supervivencia depende de ello. Pero nada dicen del negocio que pretenden hacer y de los impactos que sobre las poblaciones cercanas tendrá este cambio de actividad, de fábrica de cemento a incineradora “encubierta” de residuos.
Pero aún más preocupante resulta la posición de algunos políticos al respecto. A pesar de que el Gobierno navarro (UPN y PSN) descartó públicamente, este mismo año, la construcción de una incineradora de basuras (por su rechazo social, los efectos contaminantes y por no ser solución a la gestión de los residuos), ahora apuesta por quemar en la cementera de Olazti.
Estas contradicciones se han reflejado también en la presentación de mociones, por parte de varios concejales del PSN (Olazti, Alsasua y Berrioplano), en contra de usar esta cementera como horno para quemar residuos. Por supuesto, esta osadía les ha supuesto la apertura de expedientes por romper la disciplina de partido. Y todo ello, por velar por el bienestar de los ciudadanos a los que representan y no por los intereses económicos de una empresa.
Julio Barea (@juliobarea), responsable de la campaña de Energía y Residuos de Greenpeace España.