Hace unos años tuve la oportunidad de navegar desde Algeciras hasta Mallorca en el Rainbow Warrior. Me asomaba por la cubierta con la esperanza de ver algún animal marino, tortugas, delfines… qué se yo. Y sí, vi delfines, tuve suerte. Pero vi muchas más bolsas de plástico, botellas y otro tipo de cosas flotando que vida marina.
Los océanos se están llenando de residuos, aunque deberíamos llamarlos por su nombre: BASURA. Se calcula que unos 8 millones de toneladas de basura llega a los océanos cada año. Y no proviene únicamente de las embarcaciones, grandes y pequeñas, que navegan por el mar. El 80% proviene de tierra. De la basura que se tira en las playas y zonas costeras, de aguas residuales sin tratar, de lo que llega arrastrado por ríos y lluvias desde tierra adentro.
La gran mayoría de la basura en los mares son plásticos, provenientes de las botellas, envoltorios y sin fin de accesorios inundan hoy en día en nuestra vida diaria. Y no desaparecen sin más. La acción del Sol y del viento va rompiendo el plástico hasta llegar a ser diminutas partículas que flotan en toda la columna de agua, como una gran sopa. Y ahí permanecen decenas y hasta cientos de años.
Existen en el mundo 5 de estas sopas (o “islas” como también se las ha denominado) cubriendo el 21% de los océanos. Y estas islas o sopas son solo el 30% de la basura. El 70% de la basura se queda en el fondo del océano.
Pero en la inmensidad del mar, bajo el agua o flotando mar adentro, son menos los ojos que lo ven. Y sin embargo que esté oculto no significa que no exista el problema. Son los usuarios del mar, pescadores, buceadores y surfistas, los que suelen tener más conciencia del problema. Lo ven todos los días, saben que está ahí y que va a más y pasan a la acción.
Gracias al trabajo que venimos desarrollando desde hace años en apoyo a la pesca sostenible nos informan, no solo de su actividad pesquera, sino también de otras iniciativas que realizan para cuidar de los mares.
La asociación gallega de pesca artesanal ASOAR-ARMEGA lleva años participando en el proyecto “Limpiando as nosas rías”. Las rías de Corcubión, Muxía, Muros, Ribeira, O Grove son algunas de las zonas donde han actuado. Los pescadores con sus embarcaciones, los buzos bajo el agua y también la gente desde la playa han recogido una media de 10-12 toneladas de residuos, o lo que es lo mismo, ¡10.000 a 12.000 kg de basura! tan solo en las pequeñas zonas que cubren en las limpiezas. Además de la basura más común y de menor tamaño encuentran muchos neumáticos, alguna lavadora, bicicletas, móviles, colchones, carritos, sillas, ¡y hasta una cabina de teléfono!
Esas cosas no llegan hasta el mar por las lluvias o desde las playas. Esas cosas se han tirado a propósito en las rías, como si fuesen un vertedero.
En el otro lado de la Península, en la costa Mediterránea la cosa no mejora. En Dénia, pescadores y otros colectivos también se han movilizado en la jornada “Per una mar neta” y de nuevo se han echado al mar en barcos, kayaks, buceando o desde la orilla para recoger la basura que encuentran.
Durante dos días más de un centenar de personas han recogido mucho volumen, hasta unos 200 kilos de basura de plásticos, botellas, latas, redes… y también algún colchón y cosas más voluminosas.
La basura en los océanos no es solo un problema ambiental con impactos en la vida marina. Es un problema económico, por ejemplo, en pérdidas de ingresos en el sector turístico y en costes de limpiezas de playas y costas (unos 630 millones de euros anuales en la UE). También hay un riesgo potencial para la salud al incorporarse estas partículas de plástico y otros tóxicos que se adhieren a ellas a la cadena alimentaria.
Pero no podemos depender de los pescadores para que limpien los mares. Aunque estas actividades e iniciativas sean muy valiosas, no solucionan el problema. Tenemos que ir a la raíz del problema y reflexionar sobre cómo consumimos, los residuos que generamos y a dónde llegan.