Cuando ves el Ártico con tus propios ojos su belleza es arrolladora. Las sensaciones y emociones te abruman. El frío, el silencio, el sonido del crujir del hielo. El Ártico es pura naturaleza, con vida que se asoma para darte la bienvenida cuando menos te lo esperas. Es, sin duda, un lugar único.



Hace dos semanas, el Arctic Sunrise partió de Holanda con una carga muy especial. Las voces de 8 millones de personas de todo el mundo que se han unido al movimiento para salvar el Ártico, y las diferentes razones por las cuales debe ser protegido. Ya sea por su biodiversidad, por su papel en la regulación del clima, por el futuro de las nuevas generaciones o simplemente porque es un tesoro natural que hay que proteger de la codicia de las grandes empresas.

 

En Svalbard (Noruega), la puerta de Europa al Ártico, hemos dado la bienvenida a bordo a un invitado muy especial: Ludovico Einaudi, reconocido pianista y compositor. Junto a él,un piano de cola y la actuación más arriesgada que se le haya propuesto: tocar en el Ártico rodeado de hielo. Luduvico Einaudi ha trasnformado estas voces en música. “Elegía por el Ártico”, una pieza especialmente compuesta para ellas. Todos los que hemos tenido el privilegio de ser testigos de este escenario único, de oir su música en el eco del glaciar y sentir cómo se nos ponía la piel de gallina y se nos removía el alma, sabemos que es una imagen que quedará para siempre en nuestras mentes.



El momento elegido para esta actuación no es casualidad. Hoy comienza la reunión de la comisión de OSPAR en Tenerife, lejos de estas frías aguas. Sin embargo, pese a la distancia, los delegados presentes en esta reunión tienen la oportunidad de proteger una parte del océano Ártico. Sobre  la mesa hay una propuesta para crear una zona protegida, del tamaño de Reino Unido, que supondría proteger casi el 10% de las aguas internacionales de este océano que Greenpeace pide sean declaradas Santuario Ártico. Y esta medida es urgente. El océano Ártico es el más desprotegido del planeta, sus aguas internacionales no tienen ningún tipo de protección. Pero a medida que el hielo está retrocediendo, debido al aumento global de las temperaturas, esta región tan única está perdiendo si escudo helado y queda expuesta a la explotación industrial.



La Comisión de OSPAR tiene el mandato de proteger el medio ambiente marino del Atlántico Noreste, incluyendo parte del océano Ártico. Esta semana, las voces de 8 millones de personas y la música de Ludovico estarán presentes en su reunión, pidiéndoles urgentemente que protejan el Ártico. Sin embargo, hay otra voces también presentes. Tres países, Noruega, Dinamarca e Islandia, que están escuchando a los intereses de la industria y que están haciendo todo lo que está en su mano para que esta protección no se haga realidad.

Estos países no son países cualquiera. Son todos naciones árticas que regulan grandes zonas del Ártico. Aunque no gobiernan sobre las aguas internacionales de este océano, que quedan al norte de sus propias aguas nacionales, su opinión tiene mucho peso y su influencia es importante. Lamentablemente para el Ártico, sus prioridades son otras. Emplean todos los medios a su disposición para bloquear la protección ambiental.



Se dice que se adora lo que no se tiene. Estos países lo tienen. Viven con el Ártico a sus puertas cada día, está en sus libros de historia y sus niños aprenden sobre los grandes exploradores árticos en la escuela. Aún así, han decidido seguir otro camino. Y quienes les siguen en ese camino son los buques arrastreros de pesca y las plataformas de petróleo.

Debemos mostrarles que lo que tienen es único, que merece la pena proteger el Ártico y no ponerlo en peligro por el beneficio a corto plazo.

Y hasta que cambien de opinión, sus voces no deberían ser escuchadas, no por encima de la música de Ludovico, no por encima del piano sonando en el glaciar, no por encima de 8 millones de voces.

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