Estamos en medio de una apabullante campaña de lavado de imagen de las centrales nucleares en España. Las empresas nucleares - como Endesa o Iberdrola - a través de su lobby, el Foro Nuclear, no cesan de cacarear las ventajas de la energía nuclear aprovechando la urgencia del cambio climático. Supongo que tiene que ver también el hecho de que el programa del partido ganador de las últimas elecciones generales en España contempla el cierre progresivo de las centrales nucleares. Aspecto, por cierto, que el Presidente Zapatero "olvidó" mencionar en el debate de investidura.
En los últimos días, sin embargo, los ciudadanos asistimos atónitos a los sucesos que rodean la fuga de sustancias radiactivas de la central nuclear de Ascó I, en Tarragona. La historia se resume de la siguiente manera: el pasado mes de noviembre durante el proceso de recarga d ela central se produce la contaminación de uno de los conductos de ventilación de la central nuclear; se supone que la nuclear lo limpia, pero hete aquí que entonces (el 29 de noviembre) se produce una fuga de sustancias radiactivas a través de ese conducto de ventilación, que no detectan hasta el mes de marzo.
Se desconoce el alcance total de la fuga, ya que aunque el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) dice haber recogido 150 partículas radiactivas, reconoce al mismo tiempo no saber hasta dónde pueden haber llegado estas. Lo que sabemos con certeza es que la radioactividad ha salido del recinto de la central.
Con el habitual ocultismo que caracteriza a las nucleares, fue una organización ciudadana - Greenpeace - la que dió la voz de alarma sobre la existencia de la fuga. Sólo entonces el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) informó sobre la misma. La situación es kafkiana. Los municipios de la zona se enteraron por la prensa, y la dirección de la nuclear mantuvo incluso la visita de un colegio a sus instalaciones, pese a tener conocimiento de la fuga.
Estas son las grandes líneas de una historia que sin duda va a traer mucha cola en las próximas semanas y meses. Una vez más hemos asistido a una secuencia de negligencias de la industria nuclear, y la falta de efectividad de los organismos de control que ponen en evidencia los riesgos asociados a la energía nuclear.
- Juan López de Uralde, director de Greenpeace.
Campaña anti-nuclear de Greenpeace