Hace unos días llegaba como un mazazo una sentencia del Tribunal Superior en Reino Unido que dictaminaba que las reclamaciones de las comunidades nigerianas devastadas por los vertidos de petróleo del gigante petrolero Shell no podían ser vistas por la justicia inglesa.
Miles de personas en nombre de las comunidades de Ogale y Bille en el Delta del Níger habían presentado acciones judiciales contra la empresa matriz angloholandesa Royal Dutch Shell (RDS) por los vertidos de petróleo de su filial en Nigeria, que lleva años devastando y contaminando las aguas y las tierras que son básicas para las comunidades pesqueras y agrícolas, y ocasionando graves problemas de salud en las poblaciones cercanas. La sentencia dictamina que RDS no tiene responsabilidad en las acciones de su filial Shell Nigeria que originan la contaminación.
Esta sentencia sin embargo es contraria a la decisión tomada por un Tribunal de Apelaciones de La Haya en 2015, que concluyó que la justicia holandesa sí era competente para juzgar los vertidos de Shell en Nigeria. Este reconocimiento es de vital importancia para que se haga justicia, ya que según reconocen los propios abogados, un caso como este llevaría 20 años en los tribunales nigerianos debido a su complejidad, dejando totalmente indefensas a miles de personas cuyas vidas se ven truncadas por la actividad de una empresa, Shell Nigeria, que está en realidad participada al 100% por RDS, la empresa matriz de Shell.
La reciente decisión del Tribunal Superior Británico es lamentable. En sí misma supone una grave vulneración de los derechos humanos de la comunidades nigerianas, pero además puede sentar un precedente para beneficiar a las multinacionales en sus actividades en otros países, permitiéndoles continuar con sus abusos contra los derechos humanos y la destrucción del medio ambiente. La actividad de Shell pone en peligro la subsistencia de extensas áreas como el Delta del Níger, una región de 700.000 kilómetros cuadrados y una población aproximada de 31 millones de personas, donde se extrae petróleo desde los años 50. El historial de los vertidos de Shell es alarmante: al menos un millón y medio de toneladas de vertidos de petróleo, unas 20 veces la carga que llevaba el Prestige cuando se hundió frente a las costas gallegas.
No se puede tolerar la permisividad de la que gozan empresas tan contaminantes como Shell, que en contadísimas ocasiones asumen su responsabilidad en los desastres ambientales y humanos que producen. En su afán por evitar los tribunales, en 2015 la compañía llegó a un acuerdo con las comunidades del delta del Níger por los vertidos de 2008 y 2009. La cantidad acordada de compensación fue de unos 83 millones de dólares, una cantidad irrisoria que no compensa ni de lejos el desastre producido, y que resulta aún más lamentable si lo comparamos con los beneficios que obtiene el gigante petrolero en la región: unos 600.000 millones de dólares, dinero que nunca llega a la población, cuyos índices de pobreza han ido aumentando.
Pero las comunidades no se rinden, y ya han anunciado que van a recurrir la sentencia en el Tribunal de Apelación. Estas son las palabras de el Rey Okpabi, principal gobernante de la comunidad de Ogale en el delta del Níger: "Shell gana miles de millones de dólares de ganancias cada año del petróleo nigeriano, pero nuestras comunidades, que albergan sus infraestructuras, han quedado ambientalmente devastadas. Shell nos subestima si piensa que esta sentencia va a doblegar nuestra determinación. No hay esperanza de justicia en los tribunales nigerianos pero todavía creemos mucho en el sistema de justicia británico y por eso vamos a apelar esta decisión".