La semana pasada os contamos la historia del Oleg Naydenov, un arrastrero ruso arrestado en Senegal, pero solo pasamos de puntillas por los grandes cambios que están sucediendo en la gestión de la pesca en este país africano. Hoy os lo contamos con más detalle porque sin duda, es un gran ejemplo del apoyo de un gobierno a su pesca sostenible.

En 2011, Greenpeace llevó las “Voces de África” a distintos puntos de Europa, entre ellos España, para que nos contasen sus protagonistas de primera mano, el impacto que los buques de terceros países tienen en las aguas y en los pescadores de países como Mauritania, Cabo Verde o Senegal. Son historias humanas, desgarradoras, de desesperación cuando el recurso que te da de comer es expoliado por otros y te ves obligado a trabajar para quienes te han dejado sin nada o a emigrar a países donde no eres bienvenido.

Afortunadamente, en el caso de Senegal, han cambiado bastante las cosas desde entonces. Desde que el actual Presidente Macky Sall fuese elegido en 2012, los senegaleses han visto cómo volvían a tomar las riendas de su pesca. Sall comenzó por revocar las licencias a 29 buques arrastreros de terceros países. Un gesto que al poco tiempo dio sus frutos, como los propios pescadores nos cuentan. Las grandes paredes de redes de arrastre desaparecieron y el pescado volvió a las redes de los pescadores, a la boca de sus familias y el dinero a sus bolsillos.

La detención del Oleg Naydenov es otra muestra de la voluntad de tomar el control de sus aguas y combatir la pesca ilegal, incluso cuando patrullar supone un reto dados los escasos recursos y la gran superficie de agua a cubrir.

Pero aún hay más. Recientemente el Presidente Sall ha anunciado una serie de medidas adicionales, entre ellas:
- endurecer la legislación a los buques de terceros países y aumentar la capacidad de patrulla de las aguas territoriales
- impulsar la investigación pesquera y establecer planes de recuperación biológica
- promover mecanismos de co-gestión de las pesquerías locales y crear un registro digital de los barcos artesanales
- modernizar los muelles de descarga y las instalaciones de procesamiento del pescado
- dotar de ayudas económicas a las mujeres para la compra de equipo para el procesamiento del pescado,
 
Es cierto que los gobiernos de los países reciben ingresos por vender licencias que permiten a buques extranjeros entrar en sus aguas a explotar sus recursos (¡faltaría más!), pero también es cierto que el valor de desarrollar su propia industria pesquera local y sostenible es mayor y elimina la dependencia del exterior.

Y así Senegal nos muestra que la pesca sostenible no solo es posible sino que merece la pena apostar por ella contra viento y marea.

Elvira Jiménez, responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace