El Gobierno japonés sigue despreciando la seguridad pública. Así lo demostró ayer al reiniciar el reactor nuclear Sendai 2, siguiendo así adelante con la obsoleta y arriesgada energía nuclear.

Ninguno de los dos reactores nucleares reiniciados en esta central se necesitan. El país ha disfrutado de casi dos años sin centrales nucleares en funcionamiento, lo que pone en evidencia las alarmantes predicciones de una crisis energética que nunca ocurrió. Los trenes iban y venían, todas las luces seguían encendidas, y sus smartphones se han podido cargar sin problemas.

La política energética de primer ministro Abe ha demostrado ser un completo fracaso. En lugar de preparar el camino para las energías renovables, su administración ha levantado muros contra ellas, ha mantenido un compromiso no realista con los reactores nucleares a pesar del riesgo, y ha optado por seguir adelante con los combustibles fósiles.

El reinicio de ayer del reactor nuclear Sendai 2 sólo sirve para poner al pueblo japonés en un riesgo mayor, inaceptable e innecesario. Al dar luz verde a la reanudación, la Autoridad de Regulación Nuclear de Japón (NRA) ha traicionado una vez más la confianza pública haciendo caso omiso de importantes problemas de seguridad, así como de las directrices propias y las internacionales.

La NRA aprobó una evaluación por parte del operador, la compañía Sendai Kyushu Electric Power, que excluye riesgos sísmicos importantes en la planta y viola sus propias pautas de seguridad post-Fukushima. Además de eso, el análisis encargado por Greenpeace este año mostró que la NRA también aceptó un análisis de riesgo de Kyushu Electric Power con fallos sobre el volcán activo Monte Sakurajima, sólo a 50 km de Sendai.

En lugar de proteger al público, lo que debería ser su función, la NRA ha cedido a la presión del presidente Abe y la industria nuclear. Es necesario recordar que se supone que debería servir a la gente y no a las eléctricas.

Por supuesto, los partidarios de la energía nuclear claman esto como otra victoria. Pero no es nada de eso. En realidad, a pesar del lobby feroz de las poderosas compañías nucleares, del tozudo apoyo del partido del gobierno y de las campañas de relaciones públicas de los organismos internacionales pro-nucleares - como la OIEA- para minimizar el impacto de la opinión pública por el accidente de Fukushima, Japón sólo tiene dos reactores opertaivos cuatro años y medio después del inicio de la crisis nuclear que todavía continua.

El número de reactores operativos en Japón debería ser cero. Pero el hecho de que estas poderosas entidades sólo hayan podido reiniciar dos de los 54 existentes es un testimonio de la fuerza de la oposición pública a la reanudación de las centrales nucleares. Todas las compañías nucleares japonesas se enfrentan a problemas de seguridad insuperables en sus centrales, junto con los crecientes desafíos políticos, públicos y legales.

Abe y la industria nuclear están atrapados en el pasado, dejando al país sin un liderazgo para afrontar los retos del presente. Basta con mirar la meta del Gobierno para la generación de energía nuclear: el 22% de la electricidad en 2030. Esto es una completa fantasía: un análisis publicado por Greenpeace en abril 2015 muestra que la cantidad de electricidad generada de origen nuclear es mucho más probable que esté entre el  2 y el 8 por ciento.

Sólo hay que mirar al resto de los 43 reactores nucleares cerradas en Japón para ver por qué. Tienen múltiples problemas de seguridad, tales como las fallas sísmicas ubicadas en emplazamientos de reactores y el hecho de que estos reactores están envejeciendo rápidamente. Esto, junto con la oposición pública, significa que probablemente muchos reactores se cierren permanentemente.

Para empeorar más las dificultades para la energía nuclear, la liberalización en 2016 del mercado de la electricidad en Japón expondrá a las grandes instalaciones nucleares a la competencia, en especial de la industria de energía renovable limpia, segura y en rápida expansión en el país.

La energía nuclear simplemente ni puede ni hace ninguna contribución significativa al mix energético de Japón, ni ahora ni en un futuro previsible. ¿Por qué no está el Gobierno de Japón creando políticas de apoyo a la transición a la seguridad de la energía renovable, limpia y no poniendo en riesgo la seguridad de los ciudadanos japoneses con la peligrosa y obsoleta energía nuclear?

Mientras tanto, las personas que viven cerca de los reactores Sendai han luchado - y seguirán luchando - por su derecho a vivir libres de la amenaza que representa esta energía.

A finales de abril de este año, una solicitud de medidas cautelares contra el reinicio de Sendai fue rechazada por los tribunales. Los demandantes presentaron un recurso de apelación de la decisión poco después, el 6 de mayo. Si bien el proceso de apelación de requerimiento judicial continúa, el principal caso judicial contra el funcionamiento de los reactores de Sendai está en curso. La próxima audiencia judicial sobre el caso está programada para el 10 de diciembre. La lucha en Sendai está lejos de terminar.

Justin McKeating, bloguero nuclear en Greenpeace International, y Raquel Montón, responsable de Campaña Antinuclear de Greenpeace España