El pasado 20 de octubre se anunciaba, a bombo y platillo, que el Gobierno británico y la eléctrica pública francesa EDF habían llegado a un acuerdo para construir dos reactores nucleares en Hinkley Point (Somerset), sudoeste de Inglaterra. Apenas dos meses después, el 18 de diciembre, la Comisión Europea anunciaba una investigación  para saber si los planes de Reino Unido de subvencionar la construcción y el funcionamiento de la nueva central nuclear vulneraba las normas de la UE sobre ayudas públicas.



Es probable que la investigación de la Comisión tire por tierra las pretensiones de Cameron y Hollande. El Ejecutivo comunitario ha abierto un agujero en el trato multimillonario de ambos, mostrando que es un acuerdo ruinoso para los consumidores, que perjudicaría el desarrollo de las tecnologías de energía limpia, y que serán los contribuyentes del Reino Unido quienes asumirán el riesgo. La Comisión cuestiona si los enormes subsidios prometidos a EDF están justificados, poniendo grandes sombras sobre todo el proyecto.

Además, la Comisión también advierte que la energía nuclear no es "limpia" ya que causa enormes riesgos derivados del almacenamiento de gran cantidad de residuos radiactivos durante demasiado tiempo.

Este es el segundo varapalo, en lo que llevamos de año, que recibe la energía nuclear. El primero vino de la mano de la propuesta de objetivos para 2030 en materia de clima y energía el pasado 22 de enero, la industria nuclear no quiere objetivos para las energías renovables y, aunque insuficientes, las renovables deben llegar al menos un 27%, muy a pesar del lobby feroz de la industria nuclear.

Para Europa está claro que defender los interés de la industria nuclear no es defender el interés público sino el privado, y esto debería tenerlo en cuenta el Ministro de Industria en el caso de Garoña. Los intereses privados ya han manifestado por activa y por pasiva que Garoña no es rentable, pero a pesar de todo el Gobierno persigue lo contrario a costa del bien público, cambiando cuantas leyes sean necesarias para garantizar el beneficio económico de Nuclenor.

El modelo energético que necesita España no pasa por resucitar una nuclear que es vieja y está parada, el modelo debe ser renovable, eficiente y seguro.

Raquel Montón (@RaquelMonton), responsable de la campaña de Nuclear de Greenpeace

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