Ayer se producía otro nuevo episodio en la batalla ibérica contra la extracción de gas no convencional, técnica conocida popularmente como “fracking”. El Parlamento cántabro aprobaba por unanimidad una ley que lo prohíbe en todo su territorio. Es un paso importante, por el que hay que felicitar a Cantabria. Además, planta cara a la industria y a un Gobierno dispuesto a obtener hidrocarburos a cualquier precio. Aunque para ello, necesite arrasar nuestras reservas de aguas (fracking), costas (prospecciones de petróleo en aguas canarias) o espacios naturales protegidos (extracción y almacenamiento de gas en el entorno de Doñana).
En los últimos meses asistimos en España a una campaña para promocionar este nuevo (al menos en Europa) sistema para obtener gas natural. Valga como ejemplo la publicación de dos informes, que en una misma semana, cuantificaban las reservas de gas en nuestro territorio para 39 años el lunes, y el jueves lo elevaban a 70 años. O la creación de una plataforma que agrupa a las principales industrias del sector hablando de las bondades del fracking.
Esta técnica, muy empleada en EEUU, viene precedida de polémica por sus enormes impactos, tanto para el medio ambiente (uso de agua, contaminación aguas y atmósfera, ocupación del territorio o terremotos), como para la salud de las personas. En nuestro país estamos, de momento, a tiempo de frenar el fracking.
La oposición ciudadana y de colectivos ecologistas está suponiendo un problema para los intereses de la industria y del Gobierno. Son ya varias las comunidades autónomas y diputaciones (Cantabria, Navarra, Aragón, Valladolid...) que están manifestando su rechazo a que sus territorios sean expoliados por este nuevo “El Dorado”, con promesas de más hidrocarburos, y seguro que en breve se sumarán otras.
Es necesario plantearse ¿Qué modelo energético queremos para el futuro? Por supuesto, cuando ésta cuestión se plantea, los defensores del fracking argumentan que no es el momento de abordar esto. Pero más que nunca, ahora es cuando debemos hacerlo. Hay que decidir si queremos encaminarnos hacia el caos climático y seguir quemando hidrocarburos, o apostar e invertir por un futuro basado en el ahorro, eficiencia y las energías renovables, como Greenpeace ha demostrado que es posible hacer.
Julio Barea (@juliobarea) campaña de Energía y Cambio Climático Greenpeace España