El 11 de marzo de 2011 la vida de cientos de miles de personas en Japón cambió para siempre. Un terremoto y un tsunami destruyeron cientos de pueblos y ciudades a lo largo de la costa noreste del país. Hubo 20.000 víctimas mortales.



Hoy los habitantes de la región de Fukushima podrían haber reconstruido sus vidas. Pero un tercer desastre, esta vez humano, las está degradando progresivamente. Estábamos asistiendo a los últimos instantes antes de que ocurriera el accidente nuclear más grave después de Chernóbil, cuando un apagón completo en la central nuclear de Fukushima Daichii acabó originando  la liberación masiva de radiactividad, un enemigo invisible que siempre llega para quedarse.
Han pasado casi 5 años de aquello, y las nítidas imágenes de la tragedia de aquel día han dado paso a  historias que se debaten entre la tragedia y la esperanza. Pero, ¿qué ha ocurrido desde entonces? ¿Cómo es la vida de las personas que sobrevivieron a la catástrofe nuclear? Greenpeace ha lanzado hoy el informe: Las heridas nucleares: el legado eterno de Chernóbil y Fukushima, que presenta datos científicos sobre la radiación radiactiva, asi como las consecuencias sanitarias y sociales sobre las poblaciones afectadas.

La zona de exclusión
5 años después permanece una zona de exclusión en un perímetro de 20 km alrededor de Fukushima, aunque el gobierno ha levantado parcialmente la orden de evacuación en algunas áreas.  Las personas que huyeron de los territorios contaminados alcanzaron las 160.000, de las cuales unas 100.000 continúan desplazadas, habiendo dejado atrás su vida tal como era.

¿Cuál es el alcance de la contaminación?
El accidente nuclear de Fukushima dio lugar a la mayor liberación de elementos radioactivos al océano Pacífico, pero la tierra también se vio impregnada de altos niveles de radiación. El área contaminada en la prefectura de Fukushima por encima del estándar internacional para la dosis anual máxima de radiación es de 2.000 km cuadrados, aproximadamente la superficie de la provincia de Bizkaia. Este estándar, de 1 milisievert (mSv), fue la dosis establecida en Ucrania, Bielorrusia y Rusia tras el accidente de Chernóbil, pero el Gobierno de Japón estableció que las zonas de evacuación serían aquellas “áreas donde los niveles de dosis acumulativa pueden alcanzar los 20 mSv al año”, es decir 20 veces más.

¿Qué se hace con las tierras contaminadas?
Si ya es difícil abordar el manejo de los residuos radiactivos que producen las centrales nucleares, tras un accidente nuclear grave la situación es incontrolable. Tras el accidente de Fukushima, los programas de descontaminación están sembrando el paisaje de toneladas de residuos almacenados en cientos de miles de bolsas negras amontonadas unas encima de otras. Sólo alrededor de la central de Fukushima los residuos radiactivos cubren un área de 16 km2. En septiembre de 2015 se almacenaron 9,16 millones de bolsas de residuos de 1 metro cúbico en 114.700 emplazamientos de la prefectura de Fukushima. Algunas de ellas ya se han roto o se están deteriorando.



¿Qué ocurre con el agua? ¿Se vierte agua radiactiva al océano?
En la actualidad, se almacenan cerca de 800.000 metros cúbicos de agua en más de 1.000 tanques próximos a la central. Cada día se necesitan más de 300 metros cúbicos de agua para refrigerar los reactores dañados, a los que se suman aproximadamente otros 1.000 metros cúbicos procedentes de las aguas subterráneas que se contaminan al discurrir por el subsuelo del emplazamiento.

Se están tratando de tomar medidas, como la instalación de pozos de bombeo o la construcción de una pared de hielo, para reducir el flujo de las emisiones no controladas desde el emplazamiento de Fukushima Daichii y de la contaminación de origen terrestre a través de ríos y cursos de agua. Sin embargo, las concentraciones de cesio en sedimentos y biota marina cerca de la planta nuclear pueden ser bastante grandes y seguirán siéndolo durante entre 30 y 100 años, la vida media más larga del cesio-137.

¿Cómo se plantea el futuro?
El operador de Fukushima Daiichi todavía no ha estabilizado por completo la central y muchos temen que hayan nuevas emisiones radiactivas si ocurre otro desastre natural. La ubicación, el estado y condición de los cientos de toneladas de combustible del reactor fundido en las unidades de Fukushima Daichii 1, 2 y 3 siguen siendo desconocidos.



Muchas de las personas que se vieron afectadas por el desastre se enfrentan a un futuro incierto y es posible que gran parte nunca regrese a sus hogares, tierras y medio de vida. Se cree que la mayoría de las zonas altamente contaminadas permanecerán inhabitables durante décadas. Las personas evacuadas y las que han vuelto a sus casas pese a los altos niveles de radiación merecen saber la verdad, y conocer la información sobre los niveles de contaminación de las tierras donde cultivan, el agua que beben o la leche que consumen. Tendrán que convivir con la radiación durante décadas, tomando medidas como restringir el tiempo que están en la calle, o salir los fines de semana a un lugar seguro, libre de radiación.

Greenpeace ha realizado estudios independientes y lo seguirá haciendo y publicando los resultados para que estén al alcance de todas las personas.

¿Qué podemos hacer?
La única manera de evitar un desastre nuclear como el de Fukushima pasa por el abandono de la energía nuclear. Donde hay un reactor hay un riesgo de accidente. El mundo sufre un accidente nuclear grave cada década, en nuestra mano está que no vuelva a ocurrir.
Firma aquí para pedir al Gobierno que no renueve las licencias de las centrales nucleares en nuestro país.

¿Qué puedes hacer tú?
- Firma para pedir que no quieres energía peligrosa en mi factura de la luz