bosques
Riberas en peligro. Estremera, Madrid

En muchos de los grandes incendios forestales declarados en España en las dos últimas décadas se ha luchado en contra de lo que los expertos llaman la "regla del 30". Este término alude a unas especiales situaciones meteorológicas como son una temperatura del aire superior a 30 grados, vientos del orden o superiores a 30 kilómetros por hora y humedad relativa del aire inferior al 30%. El cambio climático va a hacer más frecuentes estas situaciones y, según parece, la sociedad no es consciente todavía de lo que se avecina.

Algunos incendios, además, crean sus propias condiciones meteorológicas, creando comportamientos extremos de temperatura y humedad y generando vientos de succión, lo que se denomina “ambiente de fuego”, que hacen posible la ignición por radiación de combustibles finos a más de 300 metros del frente, provocando la aparición de numerosos focos secundarios.

En el incendio del Solsonés de julio de 1998, el ambiente de fuego era de 68 ºC, humedad relativa del 2% y viento de 43 km/h, cuando las condiciones atmosféricas fuera del incendio eran de 38 ºC, humedad del 26% y vientos de 22 km/h. Los bomberos catalanes, que ya se habían enfrentado a este fenómeno en 1994, no sabían como hacer frente a este incendio.

Estas situaciones son extremadamente peligrosas para los equipos de extinción. De manera especial, en zonas de ladera o vaguada, cuando se pueden producir fenómenos como el denominado “fuego eruptivo”. Éste se produce en zonas de fuertes pendientes cuyo combustible es matorral denso. En caso de que el incendio avance por esta pendiente, ayudado por el viento, se produce una aceleración del fuego por la mayor exposición al oxígeno del aire.

Se calcula que la velocidad de propagación del fuego se duplica por cada 10º de aumento de la pendiente de la ladera. Esto supone un aumento muy fuerte de la temperatura lo que junto con los movimientos de convención de los gases, el viento y la orografía del terreno puede dar lugar al fuego eruptivo de forma totalmente imprevisible, alcanzando una gran velocidad de propagación. En el incendio de Guadalajara de julio de 2005 los expertos estimaron que la velocidad del frente de fuego que produjo la muerte de 11 miembros de un retén de incendios fue de 120 km/h.

Si hay algo parecido al infierno en la tierra, sin duda se parece a un incendio forestal de este tipo.

Miguel Angel Soto, responsable de la campaña de bosques de Greenpeace