La ciudad de Benidorm, famosa por las terribles torres de hormigón y el denso enjambre de sombrillas que plagan sus costas, es conocida también por el escándalo de corrupción del parque temático Terra Mítica, que sigue su curso en los tribunales de justicia desde hace más de dos años.

A los más de cuatro millones y medio de euros estafados a Hacienda a través de facturas fraudulentas, hay que sumar la brutal recalificación de terrenos para subsanar la deuda millonaria de la empresa gestora del parque. En el fraude podrían estar implicados altos cargos como el de Zaplana, presidente por aquel entonces de la Generalitat Valenciana.

Sin embargo, esta ciudad paradigma del modelo obsoleto de gestión costera y de la corrupción urbanística en el Levante, sigue estando de moda.

Y es que el modelo se replica en otros lugares como Sant Joan de Alacant, donde el equipo de gobierno socialista ha propuesto una recalificación "sostenible" que permita urbanizar el 90% del suelo y multiplicar por cuatro el número de viviendas en 2043, muchas de ellas ubicadas en rascacielos al más puro estilo benidormense.

En la misma línea, pero esta vez en Cullera (Valencia), nos topamos con otro proyecto repleto de rascacielos (33 exactamente), además de un puerto, un campo de golf y una marina deportiva y pesquera junto a la desembocadura del Júcar. Tal acumulo de hormigón y ladrillo ha hecho merecedor al PAI de la Bega de un apodo mucho más glamuroso: "el Manhattan de Cullera". Además, el Ayuntamiento de Cullera ha aprobado también otros dos planes urbanísticos para, en total, edificar diez millones de metros cuadrados. El PAI del Marenyet plantea la edificación de 9.000 viviendas y la construcción de un puerto deportivo con 1.100 amarres. En la margen derecha del Júcar, se ha aprobado la urbanización del PAI del Brosquil con 4.000 nuevas casas.

En estos proyectos, sólo quedan algunos detalles por resolver como el desplome del mercado inmobiliario en todo el país, la falta de interés de los compradores extranjeros que ya no perciben beneficios fiscales por la adquisición de una segunda vivienda, y de dónde sacará la Generalitat el agua para abastecer tanto rascacielos.

Carmen Solla Salvador, Campaña de Océanos

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