A la vista del mapa de temperaturas, llamarle a nuestra selección “La Roja” parece lo más coherente... la Agencia Estatal de Meteorología certifica que las cotas de calor de esta semana han batido récords en toda España, un ejemplo el del martes, que quedó registrado en el observatorio del Retiro (Madrid) como el día (39,1º máxima) y la noche (25,7 mínima) más cálidos de un mes de junio desde 1920.

El Panel Intergubernamental de Naciones Unidas sobre cambio climático viene advirtiendo desde hace años que las olas de calor van a ser más frecuentes e intensas de año en año por culpa del cambio climático y lo ha reiterado hace menos de seis meses en su ultimo informe sobre fenómenos meteorológicos extremos a los que tendremos que hacer frente si no nos ponemos serios en esto de frenar el aumento de las temperaturas.

El cambio climático va pasando de los informes científicos a los informativos y veranos como el que estamos viviendo nos hacen más conscientes de los impactos que un grado más de temperatura media puede implicar. Poco a poco, pero inexorablemente, lo que antes eran predicciones científicas se va convirtiendo en realidades, las olas de calor son cada vez más frecuentes y con ellas los riesgos sanitarios asociados como el aumento de la mortalidad. Así lo ha recordado esta misma semana la directora de la Organización Mundial de la Salud y lo comprobamos nosotros mismos en los veranos de 2003 y de 2008 en los que las elevadas temperaturas se cobraron 4.200 vidas humanas solo en nuestro país.

La salud y los ecosistemas están en jaque por culpa del cambio climático, pero también sectores como la agricultura, la pesca, el turismo o la industria del vino que ven como la falta de agua, la migración de especies o las elevadas temperaturas se traducen en importantes pérdidas económicas que agravan la crisis.

Los científicos son claros: para evitar los mayores impactos hay que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y llegar casi a cero en 2050. Lo bueno es que, según las instituciones especializadas, aumentar los compromisos de reducción de emisiones genera ahorro, empleo e independencia energética en Europa y que cada año que retrasemos la acción las medidas a tomar se encarecen a la vez que aumenta la factura económica de los impactos que ya no podremos evitar.

La cuestión está clara: hay que avanzar cuanto antes hacia la economía verde, la única que a nivel climático y económico nos podemos permitir y a la que España, por ser productor de energías renovables, tiene mucho que aportar. Hasta ahora, el principal escollo han sido los intereses del sector de los combustibles fósiles por su enorme poder económico y las constantes idas y venidas de sus directivos al Gobierno de turno y viceversa que, siendo inadmisibles, hasta empezamos a normalizar.

Hoy comienza la cumbre de Jefes de Estado europeos en la que el tema central va a ser la recuperación económica de Europa y sólo espero que en Bruselas también apriete el calor. Quizás así a nuestros líderes políticos les dé, como a mi, por pensar en el verano de 2050 y se den cuenta que de nada sirve recuperar la economía si no garantizamos lo más básico que es un clima en el que podamos vivir.

Recuperemos la economía europea, sí, pero la de todos, la verde, la que garantiza un futuro a los que vendrán... y sigamos siendo “rojos”, pero  no en el clima, sólo en el fútbol.

La Crisis del Clima. Evidencias del cambio climático en España:

Impactos del cambio climático en la economía española:

Beneficios económicos derivados una mayor acción climática en la UE:

Por Aida Vila (@Aidavilar), responsable de la campaña Cambio climático y Energía de Greenpeace España
Imagen: Agencia estatal de meteorología