Me llamo Emili Trasmonte y soy el Segundo Oficial del Rainbow Warrior, a día de hoy de campaña en la Costa Oeste de los Estados Unidos. Navegué con Greenpeace como patrón del “Zorba” durante el año 2001 y llevo cuatro años y medio navegando en los buques de Greenpeace Internacional, durante los dos ultimos años del Rainbow Warrior II y desde la botadura del nuevo Warrior.

Desde que el Arctic Sunrise fue ilegalmente abordado por los guardacostas rusos y su tripulación -mis compañeros, mi familia- injustamente encerrados bajo acusaciones falsas de piratería y vandalismo, nos hemos encerrado en todos los puertos del tour como gesto de solidaridad y para reclamar su inmediata puesta en libertad.

No son piratas. No son vándalos. Están el la cárcel por intentar proteger algo que nos pertenece a todos. A mi. A ellos. A vosotros. Nuestro Ártico. Nuestros océanos. Nuestro planeta. Y el de nuestros hijos.

Quiero compartir este texto que he escrito y leído mientras he estado enceldado en solidaridad con los activistas de Greenpeace:

Hoy estoy entre rejas por 30 personas que se ven entre rejas en Rusia.
30 personas que sufren injustamente por defender a un planeta que sufre injustamente.

Esto el lo que se repite en mi mente, como un mantra, mientras miro al océano a través de los barrotes, deseando que mis compañeros presos alcancen a ver siquiera un destello de belleza desde su encierro, suponiendo que tengan una ventana por la que mirar.

Qué injustamente fácil –aunque fuertemente simbólico- es este gesto para mi. Una hora encerrado, mirando al mar y a mi barco, apenas unos metros más allá. Apenas una fracción de lo que hago en mi trabajo cada día, desde el puente del Rainbow Warrior, mirando al mar a través de sus ventanas… Y me viene a la mente que tal vez nuestra vida de marinos de algún modo nos haya preparado para dejar pasar interminables horas de espera y silencio, sin caer en el aburrimiento o la ansiedad, y me pregunto si tal vez esto les será de ayuda en su encierro, al otro lado del mundo, en el frío ártico de Murmansk.

Incluso en condiciones tan dramáticamente diferentes, siento que mi breve encierro estrecha mi lazo con mis hermanos y hermanas cautivos. Me permite vivir una pequeña muestra de sus eternas horas de pensar demasiado, temer demasiado, de intentar adivinar qué está pasando allí afuera. ¡Es tan fácil dar por sentado el saber lo que sucede, viviendo en este mundo de la sobreinformación en la que nadamos los que estamos fuera! Intento imaginarme qué se siente al estar allí sin saber qué sucede, pensando que la puerta se abrirá en cualquier momento, o no; que te vendrán a buscar, o no; que tu gente está allá afuera, apoyándote… o tal vez se cansaron ya. Puedo tratar de entenderlo, puedo incluso describirlo, pero no consigo ni remotamente imaginar ese sentir.

Y aún así me llegan fotos y noticias de que ellos resisten con una fuerza e integridad ejemplar, y aún escriben consignas como #SavetheArctic en sus brazos y manos, y las muestran desafiantes en sus vistas judiciales, en una actitud de desobediencia que hoy entiendo como la única posible luz al final del túnel, en este mundo en que leyes y reglas han derivado tan y tan lejos de las cosas que realmente cuentan, de lo verdaderamente importante.

Encerrado entre cuatro muros de aire y acero, alzo mi voz por treinta héroes, encerrados entre cuatro muros de cemento, por hablar en nombre de  nuestro hermoso y frágil planeta encerrado entre los muros de la codicia, la injusticia, la imprudencia y la ignorancia.

A día de hoy, el planeta entero está con ellos entre rejas, pidiendo a gritos su libertad, el respeto a sus derechos, una nueva esperanza, un futuro menos negro.

Emili Trasmonte
Segundo Oficial  del Rainbow Warrior
Seattle, Noviembre 2013