Por Gergely Simon. Experto en tóxicos de la oficina de Greenpeace Centro y Este de Europa

El 6 de julio de este año Greenpeace recibía una llamada de un apicultor que alertaba sobre la muerte masiva de sus abejas en un campo de girasoles al sur del lago Lakaton en Hungría.



Ya había observado pérdida de abejas en otros ocasiones, pero nunca de esta manera. Cuando llegué un día después, ví miles de abejas muertas o heridas esparcidas a lo largo del campo. Muchas de ellas estaban todavía vivas pero parecían inusualmente agresivas hacia nosotros y a hacías otras abejas que volvían a las colmenas. Según el apicultor, no se habían aplicado plaguicidas durante varias semanas por lo menos, y sin embargo, la situación era mucho peor allí que en otros campos de girasol de la zona.

Recopilación y análisis de muestras
Recogí muestras de abejas muertas para el análisis, así como algunas cabezas de girasol, y notificamos el incidente a las autoridades pertinentes. En el pasado, las autoridades habían  sido lentas y reacias en responder, sin embargo en esta ocasión tres funcionarios visitaron las colmenas la mañana del día siguiente.

Recogieron sus propias muestras, e opinaron también que parecía un caso de intoxicación.



Enviamos las muestras al laboratorio acreditado de la Autoridad Húngara (Oficina de Seguridad de la Cadena Alimentaria Nacional), y alrededor de una semana más tarde, tuvimos los resultados confirmando que los propios girasoles contenían concentraciones bajas pero detectables (un promedio de 1,5 ppb, partes por billón) de Tiametoxam, un plaguicidas de la empresa Syngenta, conocido por ser tóxico para las abejas.

La semilla que, se recubre al inicio con tales tratamientos, producen plantas que contienen niveles bajos pero activos del plaguicida en cada parte (en flores, polen, néctar y particularmente en las llamados gotas de gutación que rezuman de las plantas).

Incluso aunque el Tiametoxam esté presente en concentraciones inferiores a los niveles letales para las abejas, los estudios han demostrado que pueden ocurrir efectos subletales sobre la salud (Más información en el informe de Greenpeace, “El declive de las abejas”)

La necesidad urgente de nuevas investigaciones
A pesar de este hallazgo, la causa precisa de la muerte masiva de abejas en este caso sigue siendo desconocido. No fue posible encontrar residuos de Tiametoxam o de otros plaguicidas en las abejas muertas. Esto no significa que los plaguicidas no hayan podido jugado un papel en el cambio de comportamiento y ocasionado daños a la salud de estos insectos. Al ser una causa desconocida es una causa que exige investigación oficial más urgente. Se deben esclarecer las causas de estos incidentes que son catastróficos y actuar con precaución para comenzar a revertir la tendencia de disminución de las poblaciones de abejas y otros insectos en Europa.

Es un caso pequeño que podría haber pasado desapercibido. Sin embargo es un síntoma de un problema mucho más generalizado. No es el único caso. Hace unos meses en la provincia de Girona, se dio un caso que se está actualmente investigando y que vincula la muerte de miles de abejas al uso de plaguicidas en el campo. Si perdemos nuestras abejas, perdemos mucho más que nuestros tarros de miel, ¡firma para salvar las abejas!