Mira por dónde, el ministro de Indústria, Miguel Sebastián, dijo en Sitges que las energías renovables no tienen que ser la excepción a la hora de ajustarse el cinturón por la crisis. No deja de ser curiosa esta afirmación cuando en la misma conferencia afirmó que el Almacén Temporal Centralizado (ATC) es "la opción más barata, segura y eficiente" para gestionar el combustible agotado de las nucleares españolas.

 

Pensemos. Tengamos en cuenta que el cementerio nuclear no soluciona ningún problema: sólo recogería los residuos nucleares de alta actividad, para los que no existe ni se avista ninguna solución técnica definitiva. Por lo tanto, no hay duda que la opción más barata, segura y eficiente para gestionar el combustible agotado de las nucleares españolas es establecer un calendario de cierre, progresivo pero urgente, de estas centrales. Necesariamente será más barato gestionar las 3,500 toneladas de combustible gastado que se han generado hasta ahora que las 7.000 toneladas para las que está proyectado el  ATC.

 

Más allá de eso, las cuentas de los residuos no salen en la dirección que apunta al ministro. Ya existen dos almacenes temporales individualizados (ATI) operativos (en Zorita y en Trillo), hay uno más aprobado (el de Ascó) y todo indica que se tendrá que construir otro para Garoña, que cierra en el 2013, ya que el ATC, según los planes más optimistas de ENRESA, no estará listo antes de 2015. Por lo tanto, el Gobierno puede decidir construir tres nuevos ATI (con un coste de 20-25 M€ cada uno) para las de Almaraz, Cofrents y Vandellòs-2, en lugar de un ATC (con un coste mínimo de 1.400 M€, sumados costes de construcción, explotación y los transportes).

 

En resumidas cuentas: el mismo Miguel Sebastián, que quiere hacer apretar el cinturón en unas renovables que producen energía limpia, está dispuesto a regalar unos 1,300 millones de euros de dinero público a la nucleocracia para que pueda seguir produciendo sus residuos letales. La historia se repite: la energía nuclear depende totalmente de las subvenciones públicas. Y por eso, más tarde o más temprano, no podrá soportar el inevitable impulso de las renovables. Un impulso que, de seguir esta campaña de acoso, desprestigio y derribo, ya no liderará España. Gracias al cinturón de Sebastián.

 

Anna Rosa Martínez, delegada de Greenpeace en Barcelona