Ayer el diario El País publicaba una entrevista al arquitecto Ubaldo Gómiz que diseñó el famoso hotel ilegal de El Algarrobico (Almería). En esta entrevista el arquitecto afirma que cuando la justicia paralizó las obras en 2006: “Nos provocó estupor, porque nosotros hemos tenido clara conciencia en todo momento de estar actuando de acuerdo con el derecho”.

Pues bien, sin entrar en el fondo ético sobre qué lleva a un equipo técnico a diseñar un hotel de 21 plantas, 411 habitaciones (el hotel Arts de Barcelona y el Palace de Madrid tienen unas poquitas más) con torreones y helipuertos, cristales negros y 53.000 metros cúbicos de hormigón blanco en pleno ecosistema subdesértico del Cabo de Gata, adjuntamos un documento del año 1998, en el que la demarcación provincial de Costas del por aquel entonces Ministerio de Medio Ambiente, le notificaba a Ubaldo Gómiz que no podía construir este hotel en la playa. Además de esta notificación, la jurisprudencia es clara y extensa.

La licencia de obras está paralizada cautelarmente desde el año 2006, el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) está anulado “por los daños irreparables que el hotel causa en el Parque Natural” y el Tribunal Supremo recientemente volvía a ilegalizar el hotel por su invasión en la playa. Algo obvio para cualquier arquitecto al visar un proyecto que construía las piscinas del hotel a tan solo 14 metros de la playa y que conocía la Ley de Costas vigente desde el año 1988.

Aún así, el arquitecto y su especial código deontológico afirma que “...a mi no me remuerde la conciencia. Me siento muy orgulloso de la obra. Como arquitecto, creo que es muy buena...”. A pesar de una docena de sentencias que apuntan a la ilegalidad del hotel, hay orgullo en esta obra.

Os dejo con la definición de “estupor”:

m.med. Disminución de la actividad de las funciones intelectuales, acompañada de cierto aire o aspecto de asombro o de indiferencia.

Estupor el nuestro.

 

Pilar Marcos (@PilarMarcos), responsable de la campaña de Costas de Greenpeace