De Kumi Naiddo, director de Greenpeace Internacional al presidente de Estados Unidos, Barack Obama:

"Estimado Sr. Presidente,
Ahora es el momento de dar esperanza, más allá de las palabras. Dado que va a partir ya hacia Copenhague, me siento en la obligación de expresarle mi esperanza y deseo hacia el papel que va a jugar cuando se una al resto de Jefes de Estado para alcanzar un acuerdo que evite un cambio climático catastrófico: el papel de mantener viva la esperanza de millones de personas de todo el mundo.

Me llamo Kumi Naidoo, soy el Director Ejecutivo Internacional de Greenpeace, y también presido la Coalición de Acción Climática Global (www.tcktck.org) además de co-presidir la Llamada de Acción Global contra la Pobreza (whiteband.org). Pero, por encima de todo, como usted, soy un ciudadano. También soy un hijo de África.

Como mucha otra gente de todo el mundo, fui elegido durante su campaña a la presidencia. Tenía grandes esperanzas mientras le oía hablar de los peligros del calentamiento global y de una economía energética verde. Estaba encantado con la promesa de que EEUU alcanzaría un acuerdo multilateral. Tras años de negativas y pasividad desde la administración de Bush, usted logró devolverme la esperanza de que era posible alcanzar un acuerdo justo, ambicioso y legalmente vinculante. Mi esperanza en que un acuerdo podría hacer desaparecer al fantasma de un cambio climático catastrófico se podría alcanzar. Yo creía, y aún sigo creyendo que usted podría ser el mejor líder para asegurar que esto es posible.

Como niño que creció bajo la segregación de razas, aprendí que es posible que un líder trate de encontrar un cambio que mantenga viva la esperanza. Y también aprendí que, antes o después, los líderes de las transiciones deben tomar decisiones difíciles. Mañana se enfrentará a una de esas decisiones. Su elección puede cambiar el curso de la historia.

Como bien sabe, no hay región ni nación inmune a los estragos del cambio climático. El deshielo de los glaciares, los incendios de los bosques, la acidificación de los océanos son algunos de los impactos ecológicos mejor documentados. Pero con demasiada frecuencia, perdemos la perspectiva de los complejos lazos entre el medio ambiente y cómo éste afecta a las personas reales. Se estima que 300.000 personas, la mayoría pobres y políticamente privadas de voto, mueren cada año en este mundo que se calienta poco a poco. (...)

Efectivamente, podría decirse que el cambio climático constituye la mayor amenaza para la paz. Los costes de la inacción se podrán medir como vidas humanas, y bien sabe que los niños y las mujeres, como siempre, soportarán las mayores cargas. Los pobres y aquéllos que no tienen voz serán los que más sufran; serán a los que más y más rápidamente se golpee. Esta injusticia me duele. Son los menos responsables de causar el cambio climático.

En su país, ha dado importantes pasos para compensar el tiempo perdido aprobando políticas que al mismo tiempo que limitan la contaminación con gases de efecto invernadero crean trabajo para los americanos. En secreto, parece que la ambición de esos planes han sido ahogados por las poderosas corporaciones energéticas y de combustibles fósiles. Hasta la fecha, sus negociadores han acordado únicamente un recorte irrisorio de emisiones en Estados Unidos del 3% para 2020 sobre los niveles de 1990 – recorte que está peligrosamente por debajo del 25-40% que el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático estableció que era necesario alcanzar para evitar un cambio climático catastrófico. Estados Unidos también ha fallado en poner sobre la mesa ayuda financiera a largo plazo. Esta ayuda a largo plazo es imprescindible para permitir a los países pobres que se adapten a los impactos del cambio climático que ya sufren y a los que sufrirán. Estos países necesitan dinero para invertir en energía limpia que permita desarrollar sus economías.

Siento la responsabilidad de informarle de que esta falta de ambición está contrariando a muchos de los mismos ciudadanos que estaban tan reforzados con sus promesas de esperanza y su compromiso  de unir a la comunidad internacional en esta lucha común.

Yo me aferro a la esperanza, como usted tan claramente ha demostrado, todo es posible. La perspectiva de liderazgo personal en las negociaciones me permite conservar algo del  “atrevimiento a tener la esperanza” de que usted tendrá el coraje y la visión de hacer historia.

No estamos ante una simple crisis política: es una crisis moral. Quiero continuar creyendo en usted Sr. Presidente. Apelo a su humanidad – por favor no condene a las personas de los estados isleños que van quedar sumergidos y a los países más vulnerables a esta incertidumbre. No permita que queden borrados del mapa.

Usted ha dado al mundo la esperanza de que finalmente saldríamos de esta crisis. Ahora tiene la oportunidad de convertir la esperanza en acción y en realidades.

Los países más vulnerables se enfrentan a un peligro presente y nítido, pero seamos claros, 6.800 millones de personas del planeta sufrirán las consecuencias de un cambio climático no controlado. Necesitan un líder con el coraje y la visión de actuar. Le ruego, y espero, que sea usted ese líder.

Finalizo recordándole a usted algo que dijo frecuentemente durante su campaña, invocando las poderosas palabras de Martin Luther King: “la urgencia impetuosa del ahora”.

Tristemente, tal y como nos dice la ciencia, la urgencia del ahora es cada vez más intensa. Apelo a usted humildemente para que rechace las voces de los intereses a corto plazo, de la conveniencia política y de compromiso.

En lugar de esto, escuche la voz de la historia. Escuche las voces de los más amenazados.
Escuche las voces de las futuras generaciones, de nuestros hijos y nietos. De sus hijas. De sus nietos, que aún no han nacido. Por favor, haga lo que sabemos que es necesario.

Sinceramente,
Kumi Naidoo
Director Ejecutivo Greenpeace Internacional