Escribo este post con el corazón en un puño. Mientras pienso en lo importante que es que el Reglamento sobre aguas profundas sea aprobado, mis pensamientos están en Murmansk (Rusia). ¿Cómo estarán los 30 tripulantes del Arctic Sunrise? ¿Qué estará pasando allí? Me entran ganas de correr a Murmansk y ayudar en lo que pueda.

Muchos de los que están allí, estuvieron con nosotros en el Atlántico Norte. Sé que Pete Willcox, capitán del Arctic Sunrise hoy y en aquella campaña de denuncia de la pesca de arrastre, me miraría con mucha tranquilidad y me diría: “Lo que esta pasando aquí hay que pararlo, la pesca de arrastre de profundidad no puede seguir destrozando los fondos marinos”.

Como dice su nombre, la pesca de arrastre de profundidad es una técnica pesquera que consiste en arrastrar pesados equipos de pesca con puertas y redes que pesan toneladas y que literalmente “aran” el fondo marino destruyendo todo lo que encuentran a su paso, ue pueden ser inmensas superficies. Hablamos de la forma de pesca más destructiva del mundo. A las industrias pesqueras, preocupadas por los beneficios y ajenas a cuestiones como el futuro de los océanos, les encanta porque según ellos ¡es muy eficaz!.

Sin embargo, el efecto para el medioambiente es devastador: destruyen corales de aguas frías, especies que desconocemos, tiburones de profundidad... capturan todo lo que va a su paso sin miramientos y luego, tiran por la borda muerto o moribundo entre el 20 y el 60% de lo capturado en la mayoría de las veces porque no tiene valor comercial o porque no tenían cuota para esa especie. Es una pesquería indiscriminada y deja tras de sí una estela de devastación.

Pesca de arrastre de profundidad en el Atlántico Norte, ¿si o no?, esta es la decisión que tendrán que tomar los Eurodiputados de la Comisión de Pesca, deben decidir si habrá una eliminación progresiva de la pesca de arrastre de profundidad. Necesitamos de políticos valientes y capaces de mirar más allá de los intereses a corto plazo de la industria, este Reglamento sería el primero que dejaría claro la peligrosidad de este arte, y daría a los océanos un respiro, y a los stocks pesqueros una oportunidad para recuperarse.

A todo esto hay que unirle el dinero que ya hemos invertido, a través de subvenciones, en los últimos 14 años más de 142 millones de euros. Hemos estado subvencionando la destrucción de los fondos marinos y la esquilmación de las especies de profundidad con nuestros impuestos sin ser conscientes de ello.

El voto de este mes, es la oportunidad de cambiar el daño que hace esta pesquería. La pesca de arrastre de profundidad debería ser historia.