Venimos hablando desde hace tiempo de la cantidad de plástico que tenemos en nuestro día a día, en su mayoría en productos de usar y tirar. Pero ¿cuánto pĺastico hay realmente en circulación? ¿cuánto se ha producido en todos estos años? Y muy importante ¿qué ha pasado con él?
Estas preguntas se pueden contestar en mayor o menor medida a escala nacional o en determinadas regiones del mundo. Pero el plástico, su producción y sus impactos tienen escala global.
Y con estas preguntas y una escala global, un grupo de investigadores se han puesto a hacer los números y el resultado son unas conclusiones escalofriantes.
Empezando por el primer paso, ¿cuánto plástico se ha producido? Desde 1950, que es cuando empezó a despuntar el material, se han producido en todo el mundo más de 8.000 millones de toneladas de plástico de todo tipo: desde el que se usa en botellas y todo tipo de envases, hasta las resinas para fabricar muebles, pasando por las fibras textiles.
¡Eso supone el peso de 10.000 Torre Eiffel o de 80 millones de ballenas azules! Muchísimo ¿verdad? ¡Pues la mitad de este material se ha producido tan solo en los últimos 13 años! Ahí es nada.
Asi que está claro que tenemos un problema. Una enorme cantidad de plástico en circulación (que recordemos no es un material natural sino que se fabrica a partir de petróleo, por lo que la naturaleza no tiene ni idea de cómo procesarlo) y una producción que está creciendo de forma vertiginosa en poco tiempo… Y nos lleva a la siguiente pregunta ¿qué ha pasado con todo este plástico?
Pues según este estudio tan solo el 9% se ha reciclado. Punto. Nada más. Y sin embargo el 79% ha quedado en vertederos o abandonado en el medio ambiente.
Es decir, tenemos un insuficiente bajo en recuperar la materia prima del plástico y un notable alto en no saber qué hacer con él y acabar tirándolo en cualquier sitio o en vertederos donde permanecerá décadas o cientos de años. El restante 12% se lo lleva la incineración, que por mucho que nos digan que es la solución al problema, no queremos estar quemando plástico y liberando toxinas al aire.
Puff… ¡vaya agobio de cifras! Pues para dar la última puntilla nos ponemos en la última pregunta. ¿Y qué va a pasar? Y aquí llega el remate. Si se mantienen las previsiones actuales de producción y no cambia la gestión del plástico nos encontraremos en 2050 con ¡12.000 millones de toneladas de residuos de plástico!
No es necesario recalcular cuántas Torre Eiffel o ballenas azules adicionales serían. Es una locura.
Pero desgraciadamente no es descabellado. Los residuos de plástico son tan omnipresentes en el medio ambiente, por todo el mundo, que es uno de los indicadores geológicos propuestos para identificar la nueva era geológica derivada del impacto de las actividades del ser humano, el Antropoceno.
Y sin irnos a mirar estratos de roca, reto a cualquier persona a que pueda pasar un día entero sin ver absolutamente ningún residuo de plástico abandonado a su suerte en la calle, en el campo, en la playa, en el patio.... Pondría la mano en el fuego a que es imposible.
Esta historia daría para rato, y podríamos seguir con las cifras que marean y dan vértigo, pero para no quedarnos con una sensación final de agobio, desesperación y visión de un mundo enterrado en el plástico. ¡Vamos a hacer algo para cambiarlo!
Al fin y al cabo, este material solo lleva en nuestra sociedad un par de generaciones, ¡no es tan imprescindible! Y sobre todo si pensamos que cerca del 40% de la producción (en el caso de Europa) se destina a envases y envoltorios de un solo uso. ¡Parece un buen sitio para empezar!
Y para ponerlo aún más sencillo y no sentirnos desbordados, empecemos por un producto: la bolsa, las pajitas, los vasos, las galletas sobreenvasadas… Elige el tuyo, solo uno, y haz el cambio. Evítalo directamente o busca una alternativa ¡Y luego vamos a por otro! ¡y otro! ¡y otro!
También debemos exigir a las autoridades que tomen medidas para reducir la producción de plásticos de un solo uso y favorecer su reutilización. Es también su responsabilidad conseguir detener esta invasión.
Paso a paso, uno a uno, entre todos podemos cambiar el destino del plástico. ¿Te animas?