Hoy es la víspera del 25 aniversario de la catástrofe nuclear de Chernóbil. Nada que celebrar y todo que lamentar: el desastre tuvo lugar hace 25 años pero continúa cobrándose víctimas. Importantes extensiones de territorio nunca volverán a ser aptas para habitar en ellas. Entre 125.000 y 146.000 kilómetros cuadrados de tierra en Bielorrusia, Rusia y Ucrania se contaminaron a niveles que requirieron la evacuación de la población o la imposición de duras restricciones (esa superficie equivale a la extensión de Grecia o Bangladesh, o casi 5 veces el tamaño de los Países Bajos). En el momento del accidente, 7 millones de personas (incluyendo 3 millones de niños) vivían en estas áreas. De ellos, sólo unos 350.000 fueron realojados o abandonaron el área afectada.

Veinticinco años después del accidente nuclear de Chernóbil, sucede el de Fukushima. En este último, la situación sigue sin estar controlada, mes y medio después de que se iniciara el accidente, y se sigue emitiendo radiactividad al medio ambiente: Fukushima es, repitiendo una expresión que ya ha hecho fortuna, un Chernóbil a cámara lenta. Cientos de miles de personas afectadas por la radiación. El Gobierno japonés debe evacuar poblaciones que están a 40 kms. de distancia de la central nuclear. La liberación de Cesio-137 radiactivo ha sido ya muy significativa.  Dado su vida media de 30 años, pasará más de un siglo antes de que los niveles de contaminación decrezcan de forma significativa. Como en Chernóbil.

Hace unas semanas, el pasado 12 de abril, el Gobierno japonés, ante los elevados niveles de radiactividad liberados, se vio forzado a reconocer la gravedad del accidente de Fukushima y a elevar la clasificación del accidente en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES) de nivel 5 (como el de Three Mile Island, 1979, EE.UU.) a nivel 7 (como Chernóbil), el máximo en dicha escala.

A pesar de todo esto, hoy leo en los periódicos que el Presidente de la Agencia de Energía Nuclear de la OCDE quiere plantear un cambio en la INES para cambiar la clasificación del accidente de Chernóbil y así diferenciarlo del de Fukushima. Propone crear una nueva categoría, el nivel 8, y  colocar allí a Chernóbil, para dejar Fukushima como INES 7.

Todo un truculento artilugio del lobby nuclear para no tener que reconocer que la energía atómica es peligrosa y difícilmente controlable, independientemente de cual sea el tipo de reactor que se considere. Todos, sin distinción en la práctica, tanto los de diseño soviético, como el RBMK de Chernóbil, como los de diseño occidental, como los BWR de General Electric de Fukushima, o los PWR de Westinghouse en Three Mile Island. En  todos puede ocurrir un accidente que provoque la liberación masiva de radiactividad que dañe nuestra salud y nuestro medio ambiente.
 
Pero la industria nuclear prefiere seguir con la venda en los ojos y refugiarse en artificios ridículos para tratar de seguir con su peligroso negocio. !Qué irresponsables!

Carlos Bravo, responsable de la campaña Anti-Nuclear de Greenpeace

- Galería de fotos de Chernóbil. 25 aniversario

- Comunicado de prensa: El riesgo nuclear en Chernóbil persiste por los problemas en el sarcófago

- Informes:

Chernóbil, 25 años después
Informe sobre el proyecto de construcción de un nuevo sarcófago

- Página especial "Crisis nuclear en Japón"

- Sigue todas las actualizaciones sobre Fukushima en el canal de Twitter de @Greenpeace_esp

- ACCIÓN/ Galería de imágenes de las proyecciones antinucleares en todas las centrales españolas