Nuestra seguridad está amenazada. El acuerdo comercial y de inversiones que la UE está queriendo firmar con Canadá podría socavar la legislación europea que impide que llegue carne hormonada a nuestra mesa.
Si bien el CETA no abre la puerta directamente a la entrada de carne hormonada procedente de Canadá, hay razones justificadas para pensar que las empresas canadienses van a trabajar duro para pedir una rebaja de los estándares de la Unión Europea, que actualmente no autoriza la utilización de hormonas para el engorde de ganado. Es un hecho demostrado que la delegación Canadiense y las empresas del sector en este país han expresado en público y en privado su insatisfacción por el sistema REACH, un Reglamento de la Unión Europea, adoptado con el fin de mejorar la protección de la salud humana y el medio ambiente contra los riesgos que pueden presentar los productos químicos. Las empresas canadienses y de EE.UU. lo consideran una barrera injustificada al comercio contraria a los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio, institución hasta la que han hecho llegar sus críticas. También, y como ocurre con los disruptores endocrinos, resulta evidente que la legislación de la UE choca con los intereses comerciales de los EE.UU. y Canadá, países que no destacan por priorizar la salud pública en este tema.
Además, el texto del CETA contiene disposiciones que están diseñadas para socavar la legislación europea en este y otros aspectos, como los organismos genéticamente modificados. Este acuerdo crea un mecanismo de cooperación con el objetivo de revisar y armonizar las normas sobre los transgénicos, un mecanismo que intentaría armonizar y homologar los criterios entre ambos bloques y que en definitiva tendería a rebajar las actuales normas de la UE. Si la Comisión Europea quisiera defender el principio de precaución como criterio básico a la hora de regular en materia de salud y medio ambiente, nunca habría aceptado incluir dicho mecanismo en el CETA.
Pero aún podemos actuar.
En febrero de 2017 el Parlamento Europeo votará si ratifica este acuerdo. Pero previamente, el 12 de enero de 2017, se producirá una votación crucial: el Comité de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo puede votar una opinión negativa sobre este acuerdo. En ella participará Soledad Cabezón Ruiz, eurodiputada del PSOE y la única representante del partido en la comisión. Su voto es fundamental para que la propuesta de opinión sea aprobada o no.
¡Dile que vote NO al CETA!
Porque nos jugamos mucho. Y porque no vamos a permitir que los intereses del medio ambiente y de las personas queden subordinados por los beneficios de las multinacionales. ¡Ayúdanos a frenarlo!
Pincha aquí si no puedes ver la petición.