Esta pregunta tan simple es a la que se van a tener que enfrentar, por enésima vez, gobiernos de todo el mundo en la 64 reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que este año se celebra en Panamá. Yo no considero que haya que darle muchas vueltas a la cabeza para poder responder a la pregunta: ¿Señores, señoras, salvamos o cazamos ballenas?, de hecho si fuera la presidenta de la CBI, tendría la respuesta muy clara y lucharía por salvar las ballenas.

La CBI tiene en esta reunión en Panamá dos caminos posibles, o vuelve a sus raíces como hace 65 años y se centra en la caza de ballenas con la ingenua esperanza de hacerlo sin acabar con las poblaciones o bien se aparta de ese camino, se moderniza, y se convierte en un órgano de conservación y protección de las ballenas.

Las poblaciones en peligro necesitan nuestra ayuda. La población occidental de ballena gris, podrían extinguirse en este siglo. La supervivencia de la ballena franca está al límite debido a las colisiones con buques y el enredamiento con las redes de pesca industrial, impidiendo su recuperación. Y hace sólo cuatro años el delfín chino o delfín Baiji, fue declarado extinto. Está claro que los intentos de gestión llevados a cabo bajo la observación de la CBI han acabado siendo un fracaso, obviamente auspiciados por aquellos que insisten en seguir cazando ballenas. El siglo XX ha sido un desastre para las ballenas.

Y seguimos cazando ballenas... a pesar de que no es rentable.  La industria mundial de la caza de ballenas obtiene unas decenas de millones de dólares al año sin embargo la industria de observación de ballenas atrae miles de millones. Las cuentas son claras. Además ni con todo el oro del mundo se puede pagar el precio de ver una ballena en libertad.  

A la caza de ballenas hay que sumarle el ruido, las enfermedades, las colisiones con embarcaciones, la contaminación tóxica y la ingestión de plásticos, los impactos con algunos artes de pesca, la acidificación del océano por el cambio climático e incluso la contaminación radiactiva, impactos que no favorecen para nada la recuperación y protección de estos mamíferos. Luchar por el fin de estos impactos debería ser el futuro de la CBI. Las poblaciones en peligro de extinción necesitan nuestra ayuda.

Los Gobiernos reunidos en Panamá, tienen la posibilidad de mejorar las cosas. Sobre la mesa de negociaciones está el establecimiento del Santuario Ballenero del Atlántico Sur. Una medida práctica para mejorar la investigación en la zona y simbólica para mostrar que la CBI puede acordar medidas de conservación. La propuesta está ahí. Ahora solo falta mucha voluntad política para apoyar esta Santuario Ballenero.

Hoy tengo un deseo: poder ver las poblaciones de ballenas que quedan recuperadas. ¿Sera una utopía? Esperemos que no.

Celia Ojeda (@Celia_Ojeda), responsable de la campaña de Océanos de Greenpeace.