Fotógrafo: Mario Gómez

Todos tenemos momentos del pasado que recordamos a la perfección sin esfuerzo, y lo que es mejor, con una sonrisa o un nudo de felicidad en el estómago. Un abrazo, unas palabras de ánimo, el tacto de unos cabellos, un verano maravilloso, el olor a colonia de un niño pequeño.

Todos estos son ejemplos personales que podría describir sin el más mínimo error en este mismo instante, pero es uno de ellos en especial el que me lleva a escribir estas palabras: un verano maravilloso, o en mi caso, siete.

Después de otras experiencias en campamentos de verano, en 1998 acudí a la primera edición de los campamentos organizados por Greenpeace. Diez días más tarde, cuando me recogieron mis padres, no dudé en asegurarles que no tenían que buscar más. No podrían encontrar un lugar mejor en el que yo pudiera pasar unos días de mi verano. Y esta idea se mantuvo hasta que, por edad, dejé de poder asistir. Pero posteriormente se abrió una nueva puerta para mí: ejercer el papel de aquellos que tantas cosas me enseñaron en mi infancia y adolescencia, de quienes me mostraron cosas en las nunca había pensado.

Durante el pasado fin de semana (del 23 al 25 de abril) realizamos la segunda fase del proceso de formación de monitores de los campamentos de Greenpeace. Allí he coincidido con amigos con los que he crecido y con los que he trabajado y para los que los campamentos de Greenpeace es algo que está marcado con rotulador rojo en el calendario. Todo el equipo educativo conoce estos campamentos desde hace  mucho tiempo y estamos impacientes por ponernos manos a la obra. El proceso de formación ha sido un aperitivo que ahora nos ha dejado cierta sensación de impaciencia. No vemos la hora de comenzar las actividades que con tantas ganas hemos organizado.

Durante diez días descubriremos junto a sus hijos los encantos de la naturaleza y trataremos de disfrutarlos tanto que resulte inevitable desear protegerla. Y ese será el siguiente paso. A través de excursiones, actividades en el medio natural y la convivencia, trataremos de aprender todo lo posible sobre los problemas de la tierra y las soluciones que a pequeña escala podemos hacer nosotros en nuestro día a día, comprender que el cuidado de nuestro planeta es un paso inevitable para asegurarnos un futuro esperanzador y acercarnos a todas las alternativas que nos pueden proporcionar un futuro sostenible, y todo esto a través del trabajo en equipo con el resto de sus compañeros.

Unos campamentos que resultarán inolvidables a través de actividades originales e innovadores en los que solidaridad, confianza y respeto son las herramientas para conseguir un mundo mejor en todos los aspectos.

Jesús Lozano, monitor de campamentos de Greenpeace

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