Una vez más  llegamos al Ártico, esta vez a bordo del barco Esperanza, el  mayor de los barcos que tenemos en Greenpeace, con 72 metros de eslora y capaz de navegar  entre el hielo.

El 23 de mayo, después de 17 días de navegación desde Amsterdam, llegamos al primero de nuestros destinos: Longyearbyen, en el Archipiélago de Svalbard, Noruega. Nos encontramos a 78º13´  Norte y 15º33´  Este, en pleno corazón del Océano Glacial Ártico.

En esta época no se pone el sol y nos vamos a tener que ir acostumbrando a dormir a plena luz del día, sin olvidar que las estrellas volverán a dejarse ver pasados 3  meses. Aunque tenemos días de bastante frío, la claridad de este lugar, el saber que estamos en uno de los asentamientos más septentrionales del planeta e imaginar a los osos polares caminan por el hielo Ártico en busca de alguna foca para alimentarse., hacen de este sitio un lugar mágico.

El viaje hasta Svalbard ha sido tranquilo, sólo algunos días el mar estuvo revuelto. En varias ocasiones pudimos ver a lo lejos la respiración de algunas ballenas y un grupo de delfines que nos acompañó unos metros a babor. Una vez en el Ártico ya hemos podido disfrutar de la presencia de varios animales como renos, zorros,  gran variedad de pájaros: frailecillos, eiders, charranes árticos, gaviotas tridáctilas, alcas… y los más afortunados hemos visto algunas focas en una de las excursiones que hicimos a los glaciares más cercanos.

En esta ocasión y en la primera parte de la expedición, estamos trabajando con un grupo de científicos del instituto de investigación marino IFM-GEOMAR, que estudiarán la acidificación de los océanos. El estudio consiste en la instalación de unas estructuras a las que han llamado mesocosmos en el mar, en las cuales se pondrán diferentes concentraciones de CO2, principal gas emitido por la quema de combustibles fósiles, con el objeto de analizar los efectos de la acidificación. Los mesocosmos estarán en el agua durante 6 semanas y se tomarán muestras varias veces al día durante todo este periodo, por lo que esperamos que este estudio nos vaya a dar mucha información  muy útil para entender cómo está respondiendo el ecosistema marino frente a las intensas y constantes emisiones de dióxido de carbono.

A bordo del Esperanza, en el Ártico, Tatiana Nuño Martínez, voluntaria de Greenpeace