Hoy se celebra el día mundial del Agua, con el lema “Agua limpia para un mundo sano”. Este mismo 22 de marzo, el de 2010, era  la fecha límite para que todos los países de la Unión Europea reportasen a la Comisión todos sus Planes de Cuenca Hidrográfica, tal como exige la directiva del agua.

Sin embargo, digo era porque España no va a respetar esta fecha y va a retrasar unos dos años su puesta en marcha. Mientras que España es uno de los países europeos donde los recursos hídricos están más amenazados,  también es uno de los países donde la gestión de sus aguas es más deficiente.

Por ejemplo, los ríos y acuíferos en España se siguen explotando hasta la extenuación, más allá de su caudal ecológico, lo que pone en serio riesgo la supervivencia de los ecosistemas. Sin embargo, las políticas están más empeñadas en “legalizar” las extracciones de agua y que haya “agua para todos”, que en llevar a cabo una gestión donde lo prioritario sea el ahorro que asegure un futuro para el recurso.

Por otro lado, también los ríos, los humedales o las aguas costeras hacen de sumideros de vertidos industriales, no siempre controlados, y de aguas residuales, no siempre depuradas. Cada año, se vierten al agua en España, al menos, 4.600.000 toneladas de sustancias peligrosas, según declaraciones de las propias industrias. La contaminación química es percibida por el 73% de los españoles como una de las principales amenazas para el agua. Lamentablemente, este porcentaje parece no ser proporcional para la clase política y las medidas efectivas contra la contaminación brillan por su ausencia.

En los próximos meses, aunque con retraso, irán apareciendo los borradores de los nuevos Planes de Cuenca. Esperamos que el retraso no haya sido en vano y que las medidas realmente vayan dirigidas a cumplir el objetivo fundamental de protección y conservación de la calidad ambiental de todas las aguas europeas para garantizar el uso sostenible del recurso.

Ojalá el próximo 22 de marzo podamos celebrar algo, significará que vamos avanzando y que el lema de este año se va transformando, paso a paso, en realidad: “Agua limpia para un mundo sano”.

Sara del Río, responsable de la campaña de Contaminación de Greenpeace