Seguramente a muchos de vosotros os resulte familiar el nombre de Freida Pinto, actriz india que se dio a conocer al gran público con la película ganadora del Oscar, Slumdog Millionare. Pero, ¿os suena el nombre de su compatriota Vaishali Patil? A mí tampoco hasta la semana pasada, que tuve la oportunidad de conocer en persona a esta activista antinuclear india que lleva desde 2005 luchando para que el Gobierno indio abandone sus planes de construcción de la central nuclear de Jaitapur la que podría convertirse en la más grande del mundo.

Estaría situada en la costa,  en el estado de Maharashtra cuya capital es Mumbay, que además de ser el lugar de nacimiento de la actriz Freida Pinto, es la capital financiera de la India y sede de la industria cinematrográfica de Bollywood en cuyos estudios se rodó parte del metraje de Slumdog Millionaire.

El relato que Vaishali narró en la oficina de Greenpeace en Madrid, en colaboración con Ecologistas en Acción y la Plataforma Nuevo Modelo Energético, estuvo cargado de energía, serenidad, sentido común y preocupación. Nos contó cómo el Gobierno indio está pasando por encima de los derechos más elementales de los millones de habitantes de esta región; la imposición del proyecto sin que haya existido un proceso de participación democrático que permita a los afectados dar su opinión ni decidir, las expropiaciones forzosas de tierras, los sobornos camuflados en compensaciones económicas, el uso de la red de escuelas públicas y de la autoridad y confianza que depositamos en los maestros para intentar adoctrinar a los alumnos, y a través de ellos a sus familias, sobre las bondades de la energía nuclear y su “total” seguridad. Ante ello, los niños y sus familias se plantaron y dejaron de acudir a la escuela.

El desastre nuclear de Fukushima fue seguido con gran atención por televisión especialmente en esta región de la India. En el país que hizo frente al colonialismo occidental y ganó su independencia mediante el uso de la desobediencia y la resistencia pacífica, sus políticos desmemoriados, hoy prohíben el derecho a manifestarse y reprimen duramente las protestas antinucleares. Las activistas prominentes como Vaishali tienen prohibido viajar al estado de Maharashtra y son acusadas de antipatriotas.

Mientras, la población padece un nuevo tipo de colonialismo, el de las empresas occidentales cuyo único interés es hacer dinero vendiendo y construyendo reactores nucleares, ocurra lo que ocurra (Fukushima no les ha cambiado), sufra quien sufra (160.000 desplazados por Fukushima, decenas de miles de vidas y proyectos rotos). Después de Fukushima, el abandono de la energía nuclear de Alemania y otros países, unido a las múltiples cancelaciones de proyectos ha hecho a compañías como la francesa Areva, que lidera este proyecto de la central nuclear de Jaitapur, apostar aún más por los países en vías de desarrollo (económico), casi la única vía que les queda para seguir haciendo negocio, a costa de ponernos en peligro a todos.

Maharashtra es el segundo estado más poblado de la India con 112 millones de habitantes. Si fuera un país sería el décimo más poblado del mundo por detrás de México, casi nada. A Vaishali le preocupa profundamente que el próximo Fukushima ocurra en la India y nos pide a todo el auditorio, como ciudadanos de los países occidentales que se benefician con este negocio perverso, nuestra ayuda para dar a conocer su situación aquí y que les ayudemos a parar la construcción de centrales nucleares en su país. Nos necesitan para ganar esta batalla porque como bien nos ha dejado clara la crisis económica, el capital manda (por ahora) y los bancos y las empresas eléctricas del sector nuclear  en particular, son un rival demasiado poderoso para ganarle la batalla sin una colaboración ciudadana a gran escala y desde diversos frentes.

Vaishali es una mujer discreta, de discurso sosegado y mirada afable que acaba de ver por primera vez en su vida la nieve en esta visita a Europa. Más allá de diferencias culturales y hasta climatológicas compartimos un deseo verbalizado por ella de tener derecho a vivir dignamente y sin miedo a un accidente. La amenaza nuclear no conoce de culturas ni fronteras. Los valores democráticos y la solidaridad tampoco.

Podéis ver en este vídeo a Vaishali hablando del coste humano de los accidentes nucleares (en inglés).

¿Qué podemos hacer desde aquí?

Pídele a la industria nuclear que ayude a compensar a las víctimas de Fukushima

- Infórmate de qué intereses manejan nuestra política energética, al margen del interés general y de la lucha contra el cambio climático.

- Colabora con los movimientos sociales que promueven un cambio de modelo energético hacia uno que ponga primero a las personas siendo sostenible, limpio, eficiente, 100% renovable e inteligente.

Rodrigo Marcos (@rodrionline), Campaña de Energía y Cambio Climático