¿Sabías que en la antigüedad las distancias se medían según el tiempo de recorrido y no en base a la longitud del recorrido? La mayoría de los estudio de psicología aplicada al transporte avisan de que es este primer factor el determinante a la hora de desplazarnos. Y una vez más, se ha demostrado que es así.

Nos queda una semana antes de que se rebaje la velocidad máxima en autopistas y autovías de 120 a 110 km/h y uno de los argumentos más utilizados en contra de esta medida es precisamente una supuesta “pérdida de tiempo” por parte de los automovilistas. Yo, al revés, destacaría que la verdadera pena es que no sea una decisión permanente.  

Históricamente los límites de velocidad que tenemos son resultado de otras crisis petrolíferas y, en concreto, las del 1973...que ya han demostrado su utilidad.

Destacar, además, que no seremos los únicos en Europa en tener el límite de velocidad en 110 km/h o menos. Otros países económicamente muy fuertes ya lo tienen como, por ejemplo, el Reino Unido (112 km/h), Dinamarca (110km/h) o Suecia (90-110km/h).

Y es que la competitividad aumenta con medidas de ahorro energético, no al revés. Se reducen la dependencia del crudo (ahora supone la mitad de nuestra energía), las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación, la contaminación acústica, la accidentalidad …

Para quien se queje de esta medida por temas económicos, sólo recordar que el impacto sobre el medio ambiente y la salud del sector del transporte en España se estima en alrededor del ¡¡9% del PIB!! Reducir el consumo de petróleo significa también reducir estos costes.

¿Y el tiempo? Volvamos al tiempo con un par de cálculos: ¿cuánto tiempo más tardamos en recorrer una cierta distancia a 110 respecto a 120 km/h?

80 km: 4 minutos más;
100 km: 5 minutos más;
200 km: 9 minutos más;
400 km: 18 minutos más.

Vamos, que si nos paramos a tomar un café tardamos más... Merece la pena.

Sara Pizzinato, campaña de Transporte de Greenpeace